sábado, 27 de abril de 2019

Deliberación sobre las ratas


Siguiendo la estela de ese infante difunto que fue  Guillermo Cabrera, un gigante tan intelectual como habanero,  desencantado con todo, menos con el cine y su mujer, y que adoraba el uso en sus texto de las paronomasias y las aliteraciones que entreveran el texto que suyo para mi más conocido, Cine o Sardina, he encontrado una deliberación cinematográfica sobre las ratas realizada por Antonio Giménez Rico basándose en lo escrito por Miguel Delibes.

Ley ese libro hace unas décadas, allá por los ochenta, pero reconozco que me impresionó. Reconozco que soy impresionable y que Debiles durante unos años fue una de mis debilidades literarias, por eso leí muchas de sus obras , aunque reconozco que una me desesperó : Las guerras de nuestros antepasados (1975). Entre mi impaciencia y el protagonista, lo dejé.

Pero eso no pasó con Las ratas, un relato que me impresionó por lo que reflejaba de una Castilla descarnada, hambrienta y casi anclada en la pasado , alejada de la modernidad.

Desconocía que Antonio Giménez Rico, permanente tertuliano de aquel programa que en noventa dejó buenos días de cine e interesantes comentarios como era ¡Qué grande es el cine! Lo cierto es que hace muchos años que no sabía de él y de sus películas.

En esta película el licenciado en derecho, director y guionista burgalés. Fue crítico cinematográfico en la revista Cinestudio y se formó en la dirección como ayudante de dirección de Vittorio Cottafavi y Eugenio Martín, entre otros, antes de rodar su primera película, Mañana de domingo (1966). Realizador de documentales como Sombras y luces: Cien años de cine español (1996) y series de televisión como Plinio (y algún capítulo de Cuentos y leyendas, Crónicas de un pueblo o Página de sucesos).

Ha sido presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España (1988-1992) y gustaba adaptar obras literias al cine como lo prueba sus películas Jarrapellejos (1987), basada en la novela de Felipe Trigo, Primer y último amor (2002) inspirada en la novela de Torcuato Luca de Tena o El libro de las aguas (2008) basada en la novela homónima de Alejandro López Andrada.

Pero si hay un autor que le inspira ese es Miguel Delibes. De este autor adapta tres de sus obras: Retrato de familia (1976) que es la "cinematografización" ( es un palabro que me inventado) de la novela Mi idolatrado hijo Sisí, El disputado voto del señor Cayo (1986) y Las ratas (1997).

Y es que Delibes es mucho Delibes. Para mi , sin duda, uno de los principales exponentes de la literatura española y sobre todo, "ave raris" del creador humilde que huye de lo pretencioso. El escritor que falleció en 1998 era un humanista de nuestro tiempo. Emparentado con el músico francés Léo Delibes compositor de ballet como el de Coppelia o del duo procedente de su ópera Lakmé , el conocido como Duo des fleurs , el sobrino de éste, Frédéric fue su abuelo paterno.

Con formación en derecho se ganó pronto la vida en la prensa en parte como caricaturista, en parte como crítico cinematográfico y siempre como columnista especialmente en un diario, El Norte de Castilla, que terminará por dirigir. Sin embargo, poco a poco hay un paso gradual a la dedicación literaria, y, en concreto, a la novela. Ya en sus primeros escritos descubrimos que es un hombre apegado a un medio y a un territorio. El medio será el rural y el territorio, Castilla, especialmente lo que hoy denominamos Castilla y León.

Del medio rural destaca la importancia del campo, del poblamiento, de los hombres y mujeres de esa tierra que son como él conocedores de lo estacional , pero especialmente de aspecto que habían pasado desapercibido a otros como la fauna y la flora de su entorno geográfico, así como de las actividades agrarias incluidas entre ellas las cinegéticas teniendo un especial esmero en describirnos lo que es la caza tanto mayor como la menor. Es precisamente la menor en este caso la que se centra en la casa de las ratas por parte de un ratero la que se centra en este libro.

“Las ratas” fue escrita en 1960, cuando Delibes era director del diario “El norte de Castilla” y quería publicar unos reportajes sobre la vida en la provincia. Pero como la censura franquista se lo impidió, decidió escribir esta novela para denunciar el abandono de la región.

Giménez Rico en 1997 adaptó, como hemos señalado la obra escrita en 1960 , pero publicada en 1962 y que recibió el Premio de la Crítica. La obra no era una descripción de la ancestral caza de ratas que había en muchos pueblos, no tanto para quitarse el malestar que estos mamíferos suponen, sino un malestar mayor: el hambre. La obra era una denuncia social sobre la situación de atraso que todavía en algunos pueblos castellano en la década de los cincuenta. Es un libro casi de carácter antropológico y un libro que describía una situación que cada vez era más patente, la del olvido por parte de la administración de la realidad rural de un área que ya empezaba a despoblarse y sufría la hemorragia migratoria. 

Partiendo de la obra de Delibes, Antonio Giménez Rico apostó por dirigir y "guionizar" esta película. Contó con el apoyo del productor Yousaf Bokhari, también asistente en la dirección, y Teo Escamilla, aquí director de fotografía. La película contará con la fotografía de Teo Escamilla, la edición de Miguel González Sinde, un colaborador habitual de Garci, estando Jaume Puig en el sonido y así como Jacobo Escamilla y Paco Sánchez Polo en otros puestos técnicos.

En cuanto al reparto lo encabeza Álvaro Monje como El Nini, José Caride como El Ratero, Juan Jesús Valverde como Justo, Francisco Algora como Antoliano, Esperanza Alonso como Simeona, José Conde como Luis. Junto a ellas aparecen Concha Gómez Conde como la Señora Clo, Paloma Paso Jardiel como Columba, Luis Pérezagua como José Luis, Joaquín Hinojosa como el Cazador Furtivo, Susi Sánchez como Doña Resu, Jorge Merino como el tabernero Malvino, Lucas Rodríguez como Don Ciro, el Sacerdote, Ángel Terrón como el Centenario y Paulino Antón Castrillo como El Mudo.

La película se desarrolla a lo largo de un año , en la década de los 50. En un pueblo perdido de la Meseta castellana conocemos en una zona cercana a una charca a un niño de once años El Nini (Álvaro Monje ) y su padre o , al menos, la persona con la que vive en una cueva El Ratero (José Caride). Ambos están cazando ratas de agua que son su sustento en la alimentación de proteínas, de ellos y de gran parte del pueblo, o venden a duro entre los parroquianos del bar del pueblo o entre los paisanos. Vemos su habilidad y enorme conocimiento para la caza de este roedor.

Tras ello van a la cueva en la que viven y al bar donde conocemos algunos de los hombres del pueblo ( evidentemente , mujer, ninguna en el local). Allí el tabernero le prepara al ratero una de sus ratas , mientras vende algunas de las conseguidas. Pero en los pueblos donde es cierto que puedo dominar la libertad pero convive abiertamente con la mezquindad y el cainismo atesorado de generación en generación, uno de los parroquianos Antoliano (Francisco Algora), el carpintero , le comenta que hay un joven del pueblo vecino que está igualmente cazando ratas. Esto altera enormemente al ratero que declara una y mil veces que las ratas del pueblo son suyas.

Contrastando con la obstinación y la falta de miras del Ratero está Nini, un chico que conoce a la perfección, los ciclos de la naturaleza y el medio . Un niño sin más conocimientos que los que le proporciona la naturaleza; que vive con su padre en una cueva.

También este espacio está amenazado puesto que el alcalde de la localidad, Justo ( Juan Jesús Valverde) , siempre acompañado de José Luis ( Luis Perezagua) , presionado por la política del momento, y especialmente por el Gobernador civil de la Provincia que le ha instado a eliminar las casas cueva le comunica que su intención próxima es privarle del techo donde viven por la mala imagen que dan, especialmente si al pueblo van turistas.

Ante este doble ataque el Ratero deja igual de claro que si las ratas eran suyas, la cueva también lo es y que no se va ni aunque sea a un piso que le ofrece el Ayuntamiento. Este mismo alcalde es el que le dice , poco después al horrorizado Gobernador Civil que "Son buenas, jefe. Fritas con una punta de vinagre son más finas que codornices".

Mientras tanto vamos descubriendo al Nini , una especie de sabio al que todos acuden con dudas sobre la cosecha, la lluvia, los animales y que parece poseer todos esos conocimientos por «ciencia infusa» Su única compañía es una perra y el amor y el conocimiento que tiene sobre el campo que le rodea y que conoce en cualquiera de sus estaciones.

Lo vemos participar en noviembre, por San Martín, en la matanza en una secuencia larga y veraz en la que vemos como se mata al matar siendo el Nini con su habilidad el encargado de abrirlo en canal para evitar que salga todo el mondongo.

En la matanza conocemos a algunos de los asistentes pues son los parroquianos del bar, pero también a un par de personajes más como el Centenario (Ángel Terrón) , un hombre al que los bichos como el dice están ya comiendo en vida y que es una especie de Oráculo local que atrae mucho a Nini, así como algunas de las mujeres entre ellas ¿la hija del anterior? Columba (Paloma Paso Jardiel) la carrera - la que lleva el carro tirado por un burro y porta los ataúdes que prepara Antoliano y a Doña Resu (Susi Sánchez ) , una beata con dinero, que quiere que el Nini reciba una educación "normalizada" , la natural la maneja mejor que ella, que le permita progresar en la vida.

También poco a poco vamos conociendo a un cazador furtivo (Joaquín Hinojosa ) un depredador nato que mata animales a diestro y siniestro para vender su piel o por el simple placer de matarlos como hace con la zorra que todavía alimenta una camada, o al raposillo que cría Nini, por el mero placer de vengarse al liberar una cría de pollo de rapaz que tenía como intención atraer a otros y abatirlos.

Pero la tragedia se va aproximando poco a poco cuando llega cuando un hombre joven de un pueblo cercano Luis ( José Conde) que le comenta a Nini que cazar ratas por diversión en el mismo territorio que el Tío Ratero y las presas comienzan a escasear. Cada día el Ratero le pregunta a Nini si ha visto a Luis, terminando siempre con la frase: las ratas son mías.

Lo cierto es que El Ratero, un personaje poco inteligente, territorial, primario y obsesivo, que mata a las crías de la perra sin contar para nada con el chico. Nini sabe que el padre ha podido ahogarlas y efectivamente encuentra a sus animales.

La vida parece seguir su curso natural y estacional . Pero una noche en el bar vemos a todos los parroquianos asustados por el mal tiempo primaveral que hace, en concreto, por las bajas temperaturas. Los parroquianos le preguntan al chico que puede ocurrir.  Nini vuelva a mostrarse como un profeta, tras adivinar que una vez pasado un duro invierno, que una primavera fría se puede salvar la cosecha una noche de helada siempre que el viento sople del Norte. Al amanecer el grupo sale al campo y descubre que el viento es del Norte. Todo elevan al chico como su salvador.

Un día, cuando Luis está con el chico en la charca, se persona el ratero y brutalmente acaba con su vida. Tras el incidente ocurrido con toda la brutalidad del mundo, el Ratero seguido de Nini se marchan del lugar con la única idea del cazador resonando en su mente: "las ratas son mías" . de inmediato Nini le comenta al Ratero "tendremos que dejar la cueva", respondiendo de inmediato lo esperado : " la cueva es mía". a lo que Nini responde "No lo entenderan" , acabando la película con un lacónico "Ellos". Tras eso vemos la marcha de ellos , una imagen sin música, como en en toda la película , pues carece de banda sonora, aunque percibimos el sonido del arroyo. Únicamente una imagen parorámica del pueblo- para poner fin a la película.

Esta fue rodada en Valdecañas de Cerrato, Población de Arroyo, Villalcázar de Sirga, Carrión de los Conde , y las localidades de Santa Cecilia del Alcor, Población de Campos todas ellas en Palencia . También se rodó en Villavaquerín y Villaesper en Valladolid.

Antonio Giménez Rico intentó  reflejar y  conseguió lo que buscaban algunos de los protagonistas de Delibes: recrear hombres nobles, inocentes e hipersensibles, que viven en un entorno castrante, miserable en lo social y en lo moral , dominado por la mezquindad y la maldad pero en la que la bondad natural sobrevive con dificultad , pero sobre vive.

El director castellano Antonio Giménez Rico ya había llevado al cine con anterioridad dos obras del escritor asentado en Valladolid . Tras “Retrato de familia” - aunque el director reconoce que realmente su intención era la de comprar los derechos de autor de Las ratas y Delibes, les convenció para que no lo hicieran- y “El disputado voto del Sr. Cayo”, apostó por una tercera adaptación de una obra de Miguel Delibes emprendida por el director y guionista Antonio Giménez-Rico, que llevó además alguna obra más al teatro. Delibes dijo de ella que ""No podía callar ante las condiciones de vida de mi región, donde el cereal tenía un precio muy bajo y la remolacha no se pagaba por su riqueza en azúcar, sino por su peso" y añadió ""Esto se traducía en una vida pobre para el campesino, en unos pueblos ruinosos y mal comunicados, sin agua, teléfono y, a menudo, sin electricidad". Y "Entonces recordé a un tipo curioso que había conocido años atrás en los campos de Segovia. Se trataba de un hombre rústico que cazaba ratas entre las berreras de un arroyo y las vendía luego a los braceros que olivaban en los pinares". Pasado el tiempo el director tal y como recordaba en Historia de nuestro cine que desde la primera película que hizo basada en obras de Delibes, éste nunca entraba en la misma. Este sabía diferenciar y entendía como algo natural que una vez que los derechos de autor pasaban a la dirección cinematográfica o productora, la obra dejaba de ser suya. Tras terminar la película se le presentaba al escritor y éste la valoraba sin filtro, pero sabiendo que cambiaba el punto de vista de la historia.

En cuanto a Las ratas comenta que papel esencial en ella la asume el fotógrafo y productor , Teo Escamilla. Quizá una capacidad de hacer retratos de personajes de una notable autenticidad, y sin duda alguna, también su capacidad para describir, contar y mostrar el mundo rural.

El director comenta que para el Ratero el tenía en mente a Paco Rabal, pero un día fue al teatro y vio a José Caride y le convenció; en cuenta a Álvaro Monje fue más complicado pues salió de un casting de niños. Fue la pregunta ¿sabes que podrías morir? Y Giménez vio que su rostro expresivo reaccionó de tal manera que fue el elegido. El director vio como en Zamora se cocinaban con arroz. "Fue en un pueblo de montaña donde nacía un río y aún había ratas. Los paisanos cazaron una docena e hicieron un arroz. Yo no las comí. Me daban asco".

La película obtuvo sus premios como la nominación al Goya: Nominada a Mejor actor de reparto (Juan Jesús Valverde), fue premiada en el Festival en la que se presentó que no podía ser otro que la Seminci de Valladolid y en el Festival de Montreal: Sección oficial largometrajes a concurso, ya en el año 1998.

En cuanto a las críticas destacar dos en El País, la primera filmada por Augusto M. Torres que habla de la adaptación de la novela de Miguel Delibes. Con un lacónico y muy castellano "(...) Buena"; así como Fernando Morales que, sin explayarse en ella era una "Buena película a reivindicar"

Por contra, para Belén de Frías en Cinemanía , muy molesta con la misma, señaló que era una "Película estéril, cuyo pretendido tono realista queda en una puesta en escena tópica y plana." Sinceramente, no estoy de acuerdo. Bernardo Atxaga habla que lo que resulta más significativo en esta película es su "primitivismo" y su "marginalidad" Carlos F. Heredero coincide con el anterior en la crudeza primitiva.

En ABC se dijo de ella que está "A mitad de camino entre la ficción y el documental, el filme está dividido en cuatro partes, correspondientes al otoño, el invierno, la primavera y el verano de un año de mediados de los 50. Para respetar los ciclos estacionales, el productor y además director de fotografía, Teo Escamilla, realizó un plan de rodaje atípico repartido en un año.

Lo cierto es que pudiera ser una obra repulsiva por lo que cuenta, el hecho de comer rata,realmente topillos de ribera, que pesan cerca de 300 gramos y miden unos 20 centímetros, tienen el rabo más corto que las ratas grises, la cabeza más chata, el cuerpo más ancho así como dos afilados dientes incisivos, algo que, personalmente, no invita a mucho. Pero yo que leí en su momento el texto creo que está tan bien reflejada como sobriamente interpretada por actores que parecen muy auténticos en el mejor sentido del término. Y , además, ya sabemos que la comida , como bien decía Marvin Harris, es un hecho cultural y comemos lo que nos ofrece el entorno y no está limitado por los prejuicios morales. Así que buen provecho.


No hay comentarios:

Publicar un comentario