Hay un par de países cuya transición de una feroz dictadura a una democracia han sido modélicos. Uno de ellos fue el caso de España, el otro fue el caso de Chile. Ni en un país ni en otro hubiese sido posible sin la voluntad del pueblo, el dejar hacer de las fuerzas militares y otros poderes fácticos, y sin la aparición de políticos que fuesen abriendo vías para el diálogo. En el caso español el político que mejor responde a esa vía de reconducir un país y su historia por la senda de la democracia está personalizada en la persona de Adolfo Suárez, hombre procedente del régimen franquista, pero que, con ayuda de los juristas, fue capaz de desmontarlo.
En el caso de Chile este protagonismo no lo tengo tan claro, pero posiblemente fuese Patricio Aylwin, fallecido hace unos días, el encargado de transitar de la dictadura a la democracia.
Para Eduardo Mayobre, columnista del diario venezolano El Nacional, Aylwin es "el presidente de la transición". Venezuela que tendrá que pasar por lo mismo tras el degenerado gobierno populista e irrespetuoso de Maduro tendrá que tener a algunos políticos de este temple y esta factura.
Para el columnista del diario caraqueño "el tránsito hacia la democracia en Chile fue también un ejemplo de diálogo, de paz y tolerancia. Patricio Aylwin, quien falleció el pasado 19 de abril a los 97 años de edad, fue factor de unidad de las fuerzas democráticas que se oponían a un gobierno militar de 17 años y, posteriormente, como presidente electo por el pueblo, promovió la unidad de todos los chilenos, no obstante la desgarradora herencia dejada por la dictadura.
Dentro de las difíciles circunstancias en que debió actuar prometió “justicia en la medida de lo posible”. Al respecto la actual presidente,
Michelle Bachelet, dijo el día del fallecimiento: “Muchos lo criticaron, pero esa medida de lo posible es lo que nos hace estar donde estamos”. El mismo día el ex presidente socialista Ricardo Lagos narró que cuando comentaba con los políticos españoles la recuperación de la democracia en ambos países les enfatizaba: “Ustedes hicieron la transición con Franco muerto, nosotros tuvimos que hacerla con Pinochet vivo y jefe del ejército”.
Los otros dos ex presidentes de la democracia, Eduardo Frei Ruiz Tagle, demócrata cristiano como Aylwin, y Sebastián Piñera, de Renovación Nacional, también elogiaron el temple democrático y sereno que permitió a Aylwin enrumbar a su país por una senda de pluralismo, consolidación institucional, progreso y respeto a los derechos humanos.
Este elogio prácticamente generalizado de la personalidad, la obra y la proyección histórica de Patricio Aylwin lo obtuvo al final de su carrera política. Antes había encontrado adversarios enconados en la izquierda, la derecha y hasta en su propio partido.
Particularmente protagónico fue el papel que desempeñó en las vísperas de la caída del gobierno democrático de Salvador Allende. Hizo todo lo que estuvo a su alcance para evitar el derrocamiento. Sirvió de mediador y negoció directamente con Allende, junto con el cardenal Raúl Silva Henríquez, para salvar las instituciones democráticas. Esto le granjeó odios en los sectores conservadores. Cuando se produjo el golpe de Estado de Pinochet, declaró que las fuerzas armadas se habían adelantado a evitar una tragedia, la anarquía o la guerra civil. Aclaró que esperaba un pronto retorno a la democracia. Esto le valió la animadversión de amplios sectores de la izquierda.
Pero cuando los militares dejaron claro que habían llegado para quedarse y Pinochet convirtió el régimen en un personalismo despótico pasó decididamente a la oposición y predicó una moderación que desconcertó incluso a sus aliados. Esa misma moderación, sin embargo, fue un aval para liderar la concertación de las fuerzas democráticas y para presidir una transición sin traumas que todavía se encuentra en trance de perfeccionamiento.
A raiz de la muerte del expresidente chileno me he acordado de la película No, una película chilena de 2012 dirigida por Pablo Larraín y escrita por Pedro Peirano a partir de la obra de teatro inédita El plebiscito de Antonio Skármeta.
Este filme relata la campaña del No en el plebiscito de 1988 y cuenta como desde por medio de una campaña alegre y muy publicitaria - pero clara y contundente- se consiguió cambiar la senda plebicistaria que parecía avocar al país andino a una prórroga en la indecente dictadura- como todas- del general Pinochet por medio de un mayoritario NO.
Y es que ese 5 de octubre de 1988 los chilenos fueron convocados a un plebiscito. No había pregunta. La papeleta solo rezaba: Presidente de la República -Augusto Pinochet Ugarte. Y, bajo el nombre, un SÍ y un NO. Un momento histórico único en el que una dictadura se puso a prueba acosada por las presiones internacionales.
Durante la campaña, y por primera vez en quince años, la televisión se abría a un mensaje no oficial. La candidatura del NO disponía de quince minutos diarios para difundir su mensaje entre las 24 horas de programación oficial, pero ¿qué mensaje? Uno de los axiomas más recurrentes de la publicidad es no utilizar comunicación negativa. Y eso es justamente el argumento de No: la propuesta que un joven publicitario, acostumbrado a vender felicidad, impuso como estrategia contra Pinochet bajo el lema: Chile, la alegría ya viene.
La película de Pablo Larraín es una coproducción entre Chile, México y Estados Unidos de Juan de Dios Larraín en la que participa su hermano Pablo, el director, por medio de la productora Fábula, a las que se suman Participant Media y Funny Balloons. El guión es de Pedro Peirano partiendo de una obra teatral de Antonio Skármeta que llevaba por título El plebiscito.
La música de la película fue de Carlos Cabezas, la fotografía en tonos de los ochenta es de Sergio Armstrong
La distribución internacional fue por medio de Sony Pictures Classics (EE. UU) que alcanzó una recaudación más de 2 millones de dólares.
El reparto de esta "negativa" película lo integra el mexicano Gael García Bernal como el publicista René Saavedra , Alfredo Castro como Luis «Lucho» Guzmán , Luis Gnecco como José Tomás Urrutia , Antonia Zegers como Verónica Carvajal , Simón Saavedra , el hijo de René Saavedra y Verónica, Néstor Cantillana como Fernando Arancibia, Marcial Tagle como Alberto Arancibia , Manuela Oyarzún como Sandra, Jaime Vadell Sergio Fernández como el ministro del Interior en 1988, Diego Muñoz como Carlos Integrante de la campaña por el No . Junto a ellos aparecen Alejandro Goic, Pascal Montero, José Manuel Salcedo, Enrique Garcia, Paloma Moreno , Paulo Brunetti , Sergio Hernández, Elsa Poblete, Manuela Oyarzún , Amparo Noguera, Patricio Achurra, , Claudia Cabezas , Pablo Ausensi , Francisca Castillo , Pablo Krögh , Roberto Farías , Andrea Zuckermann, César Caillet , Héctor Aguilar , César Arredondo y el mismísimo Patricio Aylwin que aparece en un fantástico montaje del presente - 2012- al pasado de 1988.
La historia nos cuenta el diseño y planteamiento de la campaña que debía diseñarse para la franja publicitaria de 15 minutos que tendrían las dos opciones en la televisión chilena conforme a las disposiciones transitorias de la Constitución, que en ese año 1988 planteó un plebiscito que tenía que celebrarse el 5 de octubre de ese año, en el que se planteaba si el general Augusto Pinochet debería permanecer en el poder por otros 8 años - tras los 15 que ya llevaba- o si debería darse paso a una elección presidencial al año siguiente. El resultado del plebiscito dio lugar a la convocatoria de elecciones democráticas conjuntas de presidente y parlamentarios al año siguiente, que conducirían tanto al fin de la dictadura como al comienzo del periodo llamado transición a la democracia el 11 de marzo de 1990.
La película se centra en la campaña de aquellos que defendía el triunfo de la opción No . Dicha campaña tenía como objetivo mostrar la opción del No como alternativa válida para enfrentarse a Pinochet, que encabezaba la opción del Sí. En el plebiscito, llevado a cabo el 5 de octubre de 1988, venció la oposición: del total de votos escrutados, el Sí obtuvo el 44,01% para el "Sí" y 55,99% para el "No".
La historia se centra en René Saavedra, publicista que vuelve a Chile desde su exilio familiar en México. Se trata de un publicista que está al día de las técnicas de venta y que trabaja para Luis «Lucho» Guzmán, un frío y pragmático dueño de la agencia.
René , a pesar de su juventud es un exitoso publicista. Un día tras una reunión de diseño de una campaña publicitaria es abordado por José Tomás Urrutia, un político demócrata cristiano, aunque algunos lo identifican como un comunista que está en el comité del No, con la intención de que le asesore sobre el diseño de la propuesta publicitaria del amplio comité formado por una coalición de partidos.
A espaldas de su políticamente conservador jefe, Saavedra accede y considera que la publicidad que plantea el Comité es triste y poco atractiva pues únicamente presenta los abusos del régimen, pero no se centra en el futuro, en lo positivo.
Las condiciones no son las óptimas para el diseño de campaña ya que se presentan en una franja televisiva de quince minutos de duración y tras la emisión de la campaña del No en el plebiscito se emite otra sobre el sí, que cuenta con el apoyo institucional y de los medios de comunicación públicos.
Cuando René se junta con el director audiovisual, Fernando Arancibia, y otros publicistas como Alberto Arancibia , así como otros integrantes de la campaña del No como Francisca, Sandra, Ricardo y Amparo Noguera así como políticos favorables al No, y tienen serias dudas sobre el diseño que postula el publicista. René , buen conocedor del mercado audiovisual y que siente un profundo odio a la tiranía de Pinochet, propone, con el subcomité de publicidad, un enfoque promocional alegre y optimista, destacando conceptos abstractos como "felicidad" para enfrentar preocupaciones de que votar en un referéndum bajo una notoriamente brutal junta militar podría ser peligroso y políticamente sin sentido.
Mientras esto ocurre vamos conociendo la realidad personal de René, divorciado de Verónica Carvajal , con un hijo que está bajo su custodia, Simón. Ella vive en compañía de Marcelo (Roberto Farías), comunista. Verónica sufre algunas detenciones. La casa en la que vive René, es custodiada por Carmen (Elsa Poblete) que atiende a ambos. Una mujer de enorme valor.
Aunque Saavedra, su hijo y sus camaradas son eventualmente intimidados por las autoridades que comienzan a presionarlos y comienzan a realizar llamadas amenazantes sobre el hijo de René o con pintadas en las casas, la idea de una campaña alegre y novedosa es rechazado por algunos miembros del No ya que entienden que es una negación de los abusos del régimen. Sin embargo, la propuesta es aprobada para la campaña.
En paralelo, el jefe de Saavedra, Lucho, se entera de las actividades que está realizando su empleado. Cuando Saavedra rechaza una oferta para hacerse socio si renunciaba a la campaña, Lucho le comenta que va a dirigir la campaña del Sí como un asunto de supervivencia.
La campaña se presenta en público y tiene un fuerte éxito. La misma se desarrollará a lo largo de t27 noches de anuncios televisivos, en donde cada lado tenía 15 minutos por noche para presentar su punto de vista.
A lo largo de ese mes, la campaña del No, creada por la mayoría de la comunidad artística de Chile, prueba ser efectiva a través de una serie de presentaciones entretenidas y perspicaces que tienen un irresistible encanto para todas las audiencias. En contraste, la campaña del Sí, inicialmente diseñada por un publicista argentino, se centra en los aspectos económicos positivos a su favor, en la idea del orden y estabilidad, pero es poco personal creativo, es ridiculizada incluso por oficiales del gobierno, siendo considerada como repelente, ignorante y de mano dura.
Tras las primeras emisiones se ve que la campaña por el NO remonta por lo que los del SI responde con contraprogramaciones, no teniendo reparo en ridiculizar aspectos, informar sobre las circunstancias económicas de los actores que colaborar e incluso vetar si aparecen jueces relatando algo sobre la represión.
Aunque el gobierno trata de interferir con la campaña del No con más intimidación y censura evidente, Saavedra y su equipo usan esas tácticas a su favor en su estrategia por medio de artistas, humor, comicidad e ironía, por lo que la simpatía pública se inclina hacia ellos.
Mientras la campaña se calienta en los días finales con el No respaldado por celebridades internacionales como Cristopher Reeves, Jane Fonda o Richard Dreyffuss, y con artistas chilenos , alguna reacción se produce en las calles en donde se inicia una fuerte represión policial durante conciertos callejeros, que no logran desanimar a la campaña del No, reduciendo al lado del Sí a parodiar desesperadamente los anuncios del No.
En el día del referendum, temporalmente aparece que el Sí lleva la delantera, pero el resultado final resulta ser una victoria del lado del No. La prueba final de la victoria del No solo viene cuando las tropas rodeando el cuartel del No se retiran, mientras se esparce la noticia de que los altos mandos militares chilenos van a ver a Pinochet para que éste reconozca el resultado.
Después del éxito, un Saavedra tranquilo, vuelve a su cotidianeidad, en su monopatín por las calles de Santiago, no sabe que pasará pero ahora el futuro está en manos de los chilenos. Al final vemos que René y Lucho reanudan su trabajo cotidiano en la publicidad, para presentar una nueva serie a los James Bond, pero ahora en un nuevo Chile, acabando así la película.
En enero de 2013, se convirtió en la primera cinta chilena candidata al Óscar a la mejor película extranjera. La Televisión Nacional de Chile exhibió en enero de 2014 una serie en cuatro capítulos, «una suerte de versión extendida de la película»
Uno de los aspectos más significativos estuvo en la textura de la película. Pablo Larraín, director de la película, filmó en el soporte de video U-matic que se usaba a fines de la década de 1980, para dar mayor realismo a las escenas, desechando el uso de las cámaras modernas. De esa manera consiguió que la textura y los colores de los documentales de la televisión chilena de entonces se confundieran con las escenas de ficción.
El mismo director declaraba Yo crecí en los años 80, durante la dictadura. Lo que veíamos en la televisión, ese video de baja definición, era un imaginario sucio que no se podía registrar de manera prístina. La memoria colectiva está llena de esos recuerdos de oscuridad, de impureza [...] Filmar en cine o con las cámaras digitales de alta definición actuales hubiese generado una distancia con la imaginería de la época. Era importante esa fusión y ahora al verla no sé bien cuál es el material nuestro y cuál el de la televisión. "Filmar en cine o con las cámaras digitales de alta definición actuales hubiese generado una distancia con la imaginería de la época. Era importante esa fusión y ahora al verla no sé bien cuál es el material nuestro y cuál el de la televisión" De ahí la apuesta de Larraín por el soporte de vídeo "U-matic 3/4" que eran las cámaras de vídeo de 1983 que utilizaba la televisión. lo que hace que la textura y los colores de los documentos de la televisión chilena de ese entonces se confundan con las escenas de ficción. Al utilizarse material de archivo, de las imágenes reales de archivo de la época, decidió grabar toda la película con las mismas El resultado un acierto pues la textura de la época corre por las imágenes de No. “Las audiencias han cambiado”, defiende Larraín. “Sucede algo positivo: las películas que se consideraban arte y ensayo y el cine comercial empiezan a mezclarse. Hay un interesante equilibrio”.
Asimismo, Larraín reconoció que en la película "hay mucha nostalgia; el plebiscito del 5 de octubre del '88 es una fecha vértice, una fecha bisagra; está todo el pliegue de la historia chilena metida ahí, de la reciente al menos". Nos muestra igualmente "cómo un grupo de personas toman las herramientas creadas, impuestas por la dictadura, esas herramientas sociales e incluso políticas, y las utiliza para crear un discurso que permite finalmente derrotar a Pinochet". La película muestra como fue “pasar a la dictadura por la izquierda y por la derecha”.
Además, Larraín señaló que aún quedan consecuencias del plebiscito: «Ahora, ¿es sólo la derrota de Pinochet o es también la victoria del modelo de Pinochet? Esa ambigüedad creo que es la concepción de la película»
Pedro Peirano, guionista del filme, tomó como punto inicial la obra de teatro inédita El plebiscito, de Antonio Skármeta, al que sumó su propia investigación y la realizada por la periodista Lorena Penjean. La obra de Skármeta, que no se conoce porque nunca ha sido estrenada, fue el punto de partida. Había un único personaje. Lo que yo hice fue desarrollarla, hablar con la gente que hizo la campaña. Fue un proceso muy interesante. La gente que estaba a favor del No hablaba fácilmente y los que votaron por el Sí sentían vergüenza [...] El motor para la adaptación fue mi propia curiosidad, saber cómo se había hecho la campaña. En la película cada personaje representa a un grupo entero de personas de la realidad. Son como arquetipos.
El tratamiento dado por Skármeta, - ex embajador en Alemania durante el gobierno de Ricardo Lagos, entre 2000 y 2003- al tema del plebiscito de 1988 se conoce no tanto por la pieza de teatro inédita como por la posterior novela Los días del arcoíris (2011), definida por su autor como «llena de luz», que propone una mirada optimista y épica del episodio histórico, pues en palabras de Skármeta, en ella «se prueba algo fantástico. La gente unida con los artistas puede desembocar en un movimiento social que conduzca a la libertad».
En cambio, los medios han destacado el tratamiento del guión de Peirano y su enfoque destinado a mostrar cómo efectivamente se creó la propaganda opositora, pues, en palabras del guionista, la película «es sobre el proceso creativo de una campaña [...] es como un cerebro, donde tú puedes ver la lógica de cómo funciona».
El propio actor mexicano Gael García Bernal comentaba que la película “Es lo que sucede en el 88 a través de los ojos de un publicista”, “La creatividad es un elemento fundamental que puede cambiar las cosas. Cuando las cosas se estancan es cuando hay falta de creatividad”. Para él René Saavedra es Un hombre-símbolo del nuevo Chile que transitaba hacia un capitalismo moderno. “Es un símbolo de la democracia y la sociedad. Es ambiguo, contradictorio, no defiende un discurso. Y la democracia es así, ambigua y poco presumida”.
Para el director, "Gael estaba en mente desde el principio, desde que se estaba desarrollando el guión. Tuvimos que enseñarle algunas cosas sobre Chile, pero él de inmediato aportó el equilibrio y la ambigüedad que se necesitaba para su papel, el de un chileno exiliado en México que regresa". Eso sí, el actor nunca trata de imitar el acento chileno, explicó que para interpretar a Saavedra necesitó una preparación intensiva pues no disponía de mucho tiempo. "Obtuve mucha información acerca de la época. Tuve, claro, que entrar en el ritmo chileno y trabajar mi actuación, ajustándome al juego y a la travesura del equipo", declaró el actor. "Disfruté del hecho de que mi papel era el de un exiliado en México que regresa y eso hizo que todo fluyera de manera más expansiva, aprovechando las contradicciones que generaba", añadió.
También la prensa ha subrayado que la película exhibe matices críticos, como las paradojas del uso del lenguaje publicitario en la campaña del No, o el insinuar que, como resultado del proceso, lo medular del sistema instaurado por Augusto Pinochet sigue inalterado en Chile, siendo catalogada incluso como una película que «critica la transición» chilena de la dictadura a la democracia. De manera que la película ha sido caracterizada como una comedia negra, como un «drama negro con momentos de humor» y hasta como un «film terrible pero necesario».
La película se estrenó el 18 de mayo de 2012 en la Quincena de Realizadores del Festival de Cine de Cannes, donde fue recibida entusiastamente por el público y recibió el mayor premio de la sección: el Art Cinema Award.
El escritor Antonio Skármeta se mostró emocionado con la reacción del público por la cinta que se basó en su novela Los días del arcoíris: «Estoy muy contento de la reacción que tuvo el público. Es inusual que se expresen de la forma que lo hicieron, porque estas funciones mantienen un toque profesionalmente frío. Así que me imagino, desde la distancia, que la película los debe haber impresionado».
También se llevó a cabo un preestreno con los dirigentes estudiantiles de la Confech, entre los que estaban invitados Camila Vallejo y Giorgio Jackson. Además, asistieron el director del filme Pablo Larraín y el actor Gael García. En un diálogo con los dirigentes estudiantiles, el actor señaló que «si pudiera dedicarle a alguien esta película sería a ustedes, al movimiento estudiantil».
El 30 de julio, se realizó la avant première del filme, a la que asistieron tres expresidentes chilenos: Patricio Aylwin, Eduardo Frei Ruiz-Tagle y Ricardo Lagos. Aylwin comentó que la película «refleja lo que fue el fin de la dictadura y la recuperación de la democracia en Chile, creo que es una muy buena expresión de lo que ocurrió», mientras que Lagos señaló que «hay que entender que la vida real es la vida de un pueblo movilizado, un país que entendió que por esa vía podían derrotar a Pinochet, había que derrotar el miedo y se hizo».
El 9 de agosto de 2012 se estrenó comercialmente en distinas salas de cine. Según la empresa Ultracine, la cinta registraba 160 955 espectadores hasta el 28 de agosto de 2012.
El filme fue seleccionado para representar a Chile en los Premios Óscar en la categoría «mejor película de habla no inglesa». El 21 de diciembre, No formó parte de la lista de nueve películas preseleccionadas que pasaron a la segunda fase, continuando en la carrera para ser parte de las cinco nominadas finales.
El 10 de enero de 2013, No fue nominada al Óscar 2012 como «mejor película de habla no inglesa» junto a Amour de Austria, Kon-Tiki de Noruega, A Royal Affair de Dinamarca y War Witch de Canadá.
siendo éste el primero de sus premios pues era la primera película chilena nominada a los Oscar en su 85 edición a la mejor película de habla no inglesa
Además de su Premio Quincena de Realizadores a la mejor película en el 65.ª Festival de Cannes de 2012 En el Festival de La Habana, en su 34ª. fue valorada como la mejor película- Premio Coral- ; y en los Premios Ariel: fue nominada a Mejor película iberoamericana
En cuanto a la crítica, en general, muy positiva en casi todos los países. De entre los escrito destaca lo siguiente. Leslie Felperin en Variety afirmaba que "Larraín completa satisfactoriamente su trilogía (...) Tensa en todo momento, incluso para la audiencia que conozca la historia, y además profusa en el humor negro andino de los trabajos previos de Larraín"
David Rooney en The Hollywood Reporter dejaba por escrito lo siguiente: "Un capítulo decisivo de la transición en la historia de Chile que explica de manera absorbente el poco probable camino de un país de la opresión a la democracia"
Manohla Dargis en The New York Times comentaba que "'No' es una película de aspecto feo - literalmente -sobre un período de tiempo feo. Es sucia, con poca belleza o detalles pictóricos, pero su anti-esteticismo tiene un propósito y, una vez te paran doler los ojos, se deja ver y resulta persuasiva"
En España, Jordi Costa en el diario El País señala que "Pablo Larraín narra aquí, a salvo de todo autoengaño y toda tentación épica, el fin de la dictadura de Pinochet. (...) Es un trabajo de amarga lucidez"
Por su parte, Oti Rodríguez Marchante en el diario ABC escribe que "Impecable en sus fondos, en los estados de ánimos y en su doble sentido del humor y de la moral (...) consigue meter hasta el fondo al espectador y conciliar todo el celuloide filmado con el de archivo (...) "
Sergi Sánchez en el Diario La Razón afirma que "«No» apuesta por la forma de un ágil thriller político, no demasiado lejos del mejor Costa-Gavras, que quiere descubrir al mundo que la derrota de Pinochet fue la consecuencia directa de una guerra entre jefes de marketing"
Luis Martínez en el Diario El Mundo señalaba que la película es "La radiografía perfecta no de una época sino de un estado de ánimo convertido en enfermedad. (...) Larraín ha conseguido como nadie explicarnos (a nosotros y a él mismo) el horror."
Ricardo Aldarondo en Fotogramas comentó que "Tiene abundancia de ingenio y perspicacia en lo visual y en lo moral (...) excepcional Gael García Bernal (...) "
Carlos Marañón en Cinemanía describe la película como una "Metáfora colorista de toda una transición política, despliega el poder del entusiasmo hasta hacerlo contagioso (...) combate con chispa la amargura del recuerdo, pone de manifiesto que hay muchas maneras de ponerse serio y de comprometerse con rigor (...) "
Por último, Lluís Bonet Mojica en el Diario La Vanguardia señala que "En pocas películas la ficción y las imágenes extraídas de documentales y programas televisivos se entrelazan con tanta perfección. (...) "
La película muestra una pugna publicitaria entre dos grupos,los del Sí y los del No, que será la base de una trama en que se mezclarán el miedo, la violencia, el suspenso y una especial comicidad. La película irá paulatinamente mostrando el proceso de creación de la campaña del "No", pasando por la elaboración de sus canciones, sus contenidos, sus conceptos y sus personajes.
Como dice Victor Hugo Ortega, periodista y profesor universitario en Santiago, en CineChile "Larraín crea una estructura narrativa con exquisitas intervenciones metadiegéticas, en que tendremos a los propios participantes del plebiscito de 1988 (Patricio Aylwin y Patricio Bañados, entre otros) unificados en escenas de ficción y extractos de la campaña publicitaria original, a través del montaje. Este tipo de actos resultan atractivos para el espectador.
Llaman la atención y entregan frescura al relato, potenciando la idea de reconstrucción escénica de la campaña. Con estas intervenciones, la cinta se conecta de manera emotiva con aquella generación que fue parte de este acontecimiento, del mismo modo que logra transmitir la sensación de hazaña comunicacional, a generaciones posteriores. El filme invita al descubrimiento de personajes participantes de ambas campañas, fusionando el material de archivo documental de las tandas, con el material creado a partir de ellas.
Uno de los aspectos mejor logrados y más relevantes de No, es el montaje de Andrea Chignoli. Evitando la conjunción facilista de las escenas, sobre todo en la primera parte del filme, se complejizan las conexiones de las secuencias, a través de cortes bruscos que, pulcramente, mantienen una linealidad de los diálogos, aún cuando los personajes transiten por espacios y tiempos distintos.
(...) Todo es convincente en No. El relato, los diálogos y las notables recreaciones de la época, con un cuidado milimétrico en cada detalle de la dirección de arte. Su preocupación por dar con los efectos cromáticos de los años ochenta, al utilizar una cámara ikegami y video 3/4 de pulgada.
Y probablemente su mayor cualidad, la construcción de sus personajes, a través de actuaciones sólidas.
Hay un nexo virtuoso entre un gran guión, escrito por Pedro Peirano, y una mejor puesta en escena, en donde el eje fundamental son los actores. En este punto es bueno detenerse y reflexionar. Se agradecería ver películas chilenas con rostros nuevos, inéditos, apreciar el valor del riesgo y la negación de la cara televisiva, para dar cabida a otros actores y, por ende, a nuevos personajes.
Para este periodista y articulista chileno "En unos pocos minutos de iniciada la cinta, cuando ya intuimos que estamos ante una gran película, nos reímos de nuestro desastre. Porque, aclaremos, es este escenario de desastre el que provoca sonrisas y no al revés. Nos reímos porque hacemos el ejercicio de recordar, de reconocer y de identificar un pasado cercano, que en su relación con el presente, deja un amargo sabor de boca. No no es una comedia negra como se le ha rotulado erróneamente en algunas publicaciones, es un drama negro con momentos de humor, que es algo muy distinto. Es el drama de un país que no resolvió sus problemáticas. Es la radiografía de una sociedad que le da más importancia a lo superficial y a lo que se ve por fuera, que a lo que realmente importa, que es la sociedad misma, con sus carencias y desbordes. Es la historia de lo primordial que es la publicidad en un país como Chile, que para terminar con la dictadura, requiere dar una imagen que venda, "que se vea bonita". La conclusión, es que el fin de la dictadura en Chile, es el comienzo de una era en donde las apariencias son más importantes que la verdad de un país dividido, sumido en la inequidad, y que está a años luz de querer buscar soluciones.
A pesar de que el análisis de un chileno, mejor conocedor de su cine y de su realidad pasada y actual en lo político y sociológico, debo señalar que la película de Pablo Larraín es una de obras muy inteligente e impactante, y una película que nos trasmite una alegría que, al menos, vino a poner fin con la dictadura, no con sus efectos, y que ,ante todo, nos acerca a una realidad que fue y ,como señala el título de este blog, es esencial para que, al menos, nosotros no nos olvidemos del difícil camino que hubo que recorrer en este caso Chile para obtener su libertad.
Este elogio prácticamente generalizado de la personalidad, la obra y la proyección histórica de Patricio Aylwin lo obtuvo al final de su carrera política. Antes había encontrado adversarios enconados en la izquierda, la derecha y hasta en su propio partido.
Particularmente protagónico fue el papel que desempeñó en las vísperas de la caída del gobierno democrático de Salvador Allende. Hizo todo lo que estuvo a su alcance para evitar el derrocamiento. Sirvió de mediador y negoció directamente con Allende, junto con el cardenal Raúl Silva Henríquez, para salvar las instituciones democráticas. Esto le granjeó odios en los sectores conservadores. Cuando se produjo el golpe de Estado de Pinochet, declaró que las fuerzas armadas se habían adelantado a evitar una tragedia, la anarquía o la guerra civil. Aclaró que esperaba un pronto retorno a la democracia. Esto le valió la animadversión de amplios sectores de la izquierda.
Pero cuando los militares dejaron claro que habían llegado para quedarse y Pinochet convirtió el régimen en un personalismo despótico pasó decididamente a la oposición y predicó una moderación que desconcertó incluso a sus aliados. Esa misma moderación, sin embargo, fue un aval para liderar la concertación de las fuerzas democráticas y para presidir una transición sin traumas que todavía se encuentra en trance de perfeccionamiento.
A raiz de la muerte del expresidente chileno me he acordado de la película No, una película chilena de 2012 dirigida por Pablo Larraín y escrita por Pedro Peirano a partir de la obra de teatro inédita El plebiscito de Antonio Skármeta.
Este filme relata la campaña del No en el plebiscito de 1988 y cuenta como desde por medio de una campaña alegre y muy publicitaria - pero clara y contundente- se consiguió cambiar la senda plebicistaria que parecía avocar al país andino a una prórroga en la indecente dictadura- como todas- del general Pinochet por medio de un mayoritario NO.
Y es que ese 5 de octubre de 1988 los chilenos fueron convocados a un plebiscito. No había pregunta. La papeleta solo rezaba: Presidente de la República -Augusto Pinochet Ugarte. Y, bajo el nombre, un SÍ y un NO. Un momento histórico único en el que una dictadura se puso a prueba acosada por las presiones internacionales.
Durante la campaña, y por primera vez en quince años, la televisión se abría a un mensaje no oficial. La candidatura del NO disponía de quince minutos diarios para difundir su mensaje entre las 24 horas de programación oficial, pero ¿qué mensaje? Uno de los axiomas más recurrentes de la publicidad es no utilizar comunicación negativa. Y eso es justamente el argumento de No: la propuesta que un joven publicitario, acostumbrado a vender felicidad, impuso como estrategia contra Pinochet bajo el lema: Chile, la alegría ya viene.
La película de Pablo Larraín es una coproducción entre Chile, México y Estados Unidos de Juan de Dios Larraín en la que participa su hermano Pablo, el director, por medio de la productora Fábula, a las que se suman Participant Media y Funny Balloons. El guión es de Pedro Peirano partiendo de una obra teatral de Antonio Skármeta que llevaba por título El plebiscito.
La música de la película fue de Carlos Cabezas, la fotografía en tonos de los ochenta es de Sergio Armstrong
La distribución internacional fue por medio de Sony Pictures Classics (EE. UU) que alcanzó una recaudación más de 2 millones de dólares.
El reparto de esta "negativa" película lo integra el mexicano Gael García Bernal como el publicista René Saavedra , Alfredo Castro como Luis «Lucho» Guzmán , Luis Gnecco como José Tomás Urrutia , Antonia Zegers como Verónica Carvajal , Simón Saavedra , el hijo de René Saavedra y Verónica, Néstor Cantillana como Fernando Arancibia, Marcial Tagle como Alberto Arancibia , Manuela Oyarzún como Sandra, Jaime Vadell Sergio Fernández como el ministro del Interior en 1988, Diego Muñoz como Carlos Integrante de la campaña por el No . Junto a ellos aparecen Alejandro Goic, Pascal Montero, José Manuel Salcedo, Enrique Garcia, Paloma Moreno , Paulo Brunetti , Sergio Hernández, Elsa Poblete, Manuela Oyarzún , Amparo Noguera, Patricio Achurra, , Claudia Cabezas , Pablo Ausensi , Francisca Castillo , Pablo Krögh , Roberto Farías , Andrea Zuckermann, César Caillet , Héctor Aguilar , César Arredondo y el mismísimo Patricio Aylwin que aparece en un fantástico montaje del presente - 2012- al pasado de 1988.
La historia nos cuenta el diseño y planteamiento de la campaña que debía diseñarse para la franja publicitaria de 15 minutos que tendrían las dos opciones en la televisión chilena conforme a las disposiciones transitorias de la Constitución, que en ese año 1988 planteó un plebiscito que tenía que celebrarse el 5 de octubre de ese año, en el que se planteaba si el general Augusto Pinochet debería permanecer en el poder por otros 8 años - tras los 15 que ya llevaba- o si debería darse paso a una elección presidencial al año siguiente. El resultado del plebiscito dio lugar a la convocatoria de elecciones democráticas conjuntas de presidente y parlamentarios al año siguiente, que conducirían tanto al fin de la dictadura como al comienzo del periodo llamado transición a la democracia el 11 de marzo de 1990.
La película se centra en la campaña de aquellos que defendía el triunfo de la opción No . Dicha campaña tenía como objetivo mostrar la opción del No como alternativa válida para enfrentarse a Pinochet, que encabezaba la opción del Sí. En el plebiscito, llevado a cabo el 5 de octubre de 1988, venció la oposición: del total de votos escrutados, el Sí obtuvo el 44,01% para el "Sí" y 55,99% para el "No".
La historia se centra en René Saavedra, publicista que vuelve a Chile desde su exilio familiar en México. Se trata de un publicista que está al día de las técnicas de venta y que trabaja para Luis «Lucho» Guzmán, un frío y pragmático dueño de la agencia.
René , a pesar de su juventud es un exitoso publicista. Un día tras una reunión de diseño de una campaña publicitaria es abordado por José Tomás Urrutia, un político demócrata cristiano, aunque algunos lo identifican como un comunista que está en el comité del No, con la intención de que le asesore sobre el diseño de la propuesta publicitaria del amplio comité formado por una coalición de partidos.
A espaldas de su políticamente conservador jefe, Saavedra accede y considera que la publicidad que plantea el Comité es triste y poco atractiva pues únicamente presenta los abusos del régimen, pero no se centra en el futuro, en lo positivo.
Las condiciones no son las óptimas para el diseño de campaña ya que se presentan en una franja televisiva de quince minutos de duración y tras la emisión de la campaña del No en el plebiscito se emite otra sobre el sí, que cuenta con el apoyo institucional y de los medios de comunicación públicos.
Cuando René se junta con el director audiovisual, Fernando Arancibia, y otros publicistas como Alberto Arancibia , así como otros integrantes de la campaña del No como Francisca, Sandra, Ricardo y Amparo Noguera así como políticos favorables al No, y tienen serias dudas sobre el diseño que postula el publicista. René , buen conocedor del mercado audiovisual y que siente un profundo odio a la tiranía de Pinochet, propone, con el subcomité de publicidad, un enfoque promocional alegre y optimista, destacando conceptos abstractos como "felicidad" para enfrentar preocupaciones de que votar en un referéndum bajo una notoriamente brutal junta militar podría ser peligroso y políticamente sin sentido.
Mientras esto ocurre vamos conociendo la realidad personal de René, divorciado de Verónica Carvajal , con un hijo que está bajo su custodia, Simón. Ella vive en compañía de Marcelo (Roberto Farías), comunista. Verónica sufre algunas detenciones. La casa en la que vive René, es custodiada por Carmen (Elsa Poblete) que atiende a ambos. Una mujer de enorme valor.
Aunque Saavedra, su hijo y sus camaradas son eventualmente intimidados por las autoridades que comienzan a presionarlos y comienzan a realizar llamadas amenazantes sobre el hijo de René o con pintadas en las casas, la idea de una campaña alegre y novedosa es rechazado por algunos miembros del No ya que entienden que es una negación de los abusos del régimen. Sin embargo, la propuesta es aprobada para la campaña.
En paralelo, el jefe de Saavedra, Lucho, se entera de las actividades que está realizando su empleado. Cuando Saavedra rechaza una oferta para hacerse socio si renunciaba a la campaña, Lucho le comenta que va a dirigir la campaña del Sí como un asunto de supervivencia.
La campaña se presenta en público y tiene un fuerte éxito. La misma se desarrollará a lo largo de t27 noches de anuncios televisivos, en donde cada lado tenía 15 minutos por noche para presentar su punto de vista.
A lo largo de ese mes, la campaña del No, creada por la mayoría de la comunidad artística de Chile, prueba ser efectiva a través de una serie de presentaciones entretenidas y perspicaces que tienen un irresistible encanto para todas las audiencias. En contraste, la campaña del Sí, inicialmente diseñada por un publicista argentino, se centra en los aspectos económicos positivos a su favor, en la idea del orden y estabilidad, pero es poco personal creativo, es ridiculizada incluso por oficiales del gobierno, siendo considerada como repelente, ignorante y de mano dura.
Tras las primeras emisiones se ve que la campaña por el NO remonta por lo que los del SI responde con contraprogramaciones, no teniendo reparo en ridiculizar aspectos, informar sobre las circunstancias económicas de los actores que colaborar e incluso vetar si aparecen jueces relatando algo sobre la represión.
Aunque el gobierno trata de interferir con la campaña del No con más intimidación y censura evidente, Saavedra y su equipo usan esas tácticas a su favor en su estrategia por medio de artistas, humor, comicidad e ironía, por lo que la simpatía pública se inclina hacia ellos.
Mientras la campaña se calienta en los días finales con el No respaldado por celebridades internacionales como Cristopher Reeves, Jane Fonda o Richard Dreyffuss, y con artistas chilenos , alguna reacción se produce en las calles en donde se inicia una fuerte represión policial durante conciertos callejeros, que no logran desanimar a la campaña del No, reduciendo al lado del Sí a parodiar desesperadamente los anuncios del No.
En el día del referendum, temporalmente aparece que el Sí lleva la delantera, pero el resultado final resulta ser una victoria del lado del No. La prueba final de la victoria del No solo viene cuando las tropas rodeando el cuartel del No se retiran, mientras se esparce la noticia de que los altos mandos militares chilenos van a ver a Pinochet para que éste reconozca el resultado.
Después del éxito, un Saavedra tranquilo, vuelve a su cotidianeidad, en su monopatín por las calles de Santiago, no sabe que pasará pero ahora el futuro está en manos de los chilenos. Al final vemos que René y Lucho reanudan su trabajo cotidiano en la publicidad, para presentar una nueva serie a los James Bond, pero ahora en un nuevo Chile, acabando así la película.
En enero de 2013, se convirtió en la primera cinta chilena candidata al Óscar a la mejor película extranjera. La Televisión Nacional de Chile exhibió en enero de 2014 una serie en cuatro capítulos, «una suerte de versión extendida de la película»
Uno de los aspectos más significativos estuvo en la textura de la película. Pablo Larraín, director de la película, filmó en el soporte de video U-matic que se usaba a fines de la década de 1980, para dar mayor realismo a las escenas, desechando el uso de las cámaras modernas. De esa manera consiguió que la textura y los colores de los documentales de la televisión chilena de entonces se confundieran con las escenas de ficción.
El mismo director declaraba Yo crecí en los años 80, durante la dictadura. Lo que veíamos en la televisión, ese video de baja definición, era un imaginario sucio que no se podía registrar de manera prístina. La memoria colectiva está llena de esos recuerdos de oscuridad, de impureza [...] Filmar en cine o con las cámaras digitales de alta definición actuales hubiese generado una distancia con la imaginería de la época. Era importante esa fusión y ahora al verla no sé bien cuál es el material nuestro y cuál el de la televisión. "Filmar en cine o con las cámaras digitales de alta definición actuales hubiese generado una distancia con la imaginería de la época. Era importante esa fusión y ahora al verla no sé bien cuál es el material nuestro y cuál el de la televisión" De ahí la apuesta de Larraín por el soporte de vídeo "U-matic 3/4" que eran las cámaras de vídeo de 1983 que utilizaba la televisión. lo que hace que la textura y los colores de los documentos de la televisión chilena de ese entonces se confundan con las escenas de ficción. Al utilizarse material de archivo, de las imágenes reales de archivo de la época, decidió grabar toda la película con las mismas El resultado un acierto pues la textura de la época corre por las imágenes de No. “Las audiencias han cambiado”, defiende Larraín. “Sucede algo positivo: las películas que se consideraban arte y ensayo y el cine comercial empiezan a mezclarse. Hay un interesante equilibrio”.
Asimismo, Larraín reconoció que en la película "hay mucha nostalgia; el plebiscito del 5 de octubre del '88 es una fecha vértice, una fecha bisagra; está todo el pliegue de la historia chilena metida ahí, de la reciente al menos". Nos muestra igualmente "cómo un grupo de personas toman las herramientas creadas, impuestas por la dictadura, esas herramientas sociales e incluso políticas, y las utiliza para crear un discurso que permite finalmente derrotar a Pinochet". La película muestra como fue “pasar a la dictadura por la izquierda y por la derecha”.
Además, Larraín señaló que aún quedan consecuencias del plebiscito: «Ahora, ¿es sólo la derrota de Pinochet o es también la victoria del modelo de Pinochet? Esa ambigüedad creo que es la concepción de la película»
Pedro Peirano, guionista del filme, tomó como punto inicial la obra de teatro inédita El plebiscito, de Antonio Skármeta, al que sumó su propia investigación y la realizada por la periodista Lorena Penjean. La obra de Skármeta, que no se conoce porque nunca ha sido estrenada, fue el punto de partida. Había un único personaje. Lo que yo hice fue desarrollarla, hablar con la gente que hizo la campaña. Fue un proceso muy interesante. La gente que estaba a favor del No hablaba fácilmente y los que votaron por el Sí sentían vergüenza [...] El motor para la adaptación fue mi propia curiosidad, saber cómo se había hecho la campaña. En la película cada personaje representa a un grupo entero de personas de la realidad. Son como arquetipos.
El tratamiento dado por Skármeta, - ex embajador en Alemania durante el gobierno de Ricardo Lagos, entre 2000 y 2003- al tema del plebiscito de 1988 se conoce no tanto por la pieza de teatro inédita como por la posterior novela Los días del arcoíris (2011), definida por su autor como «llena de luz», que propone una mirada optimista y épica del episodio histórico, pues en palabras de Skármeta, en ella «se prueba algo fantástico. La gente unida con los artistas puede desembocar en un movimiento social que conduzca a la libertad».
En cambio, los medios han destacado el tratamiento del guión de Peirano y su enfoque destinado a mostrar cómo efectivamente se creó la propaganda opositora, pues, en palabras del guionista, la película «es sobre el proceso creativo de una campaña [...] es como un cerebro, donde tú puedes ver la lógica de cómo funciona».
El propio actor mexicano Gael García Bernal comentaba que la película “Es lo que sucede en el 88 a través de los ojos de un publicista”, “La creatividad es un elemento fundamental que puede cambiar las cosas. Cuando las cosas se estancan es cuando hay falta de creatividad”. Para él René Saavedra es Un hombre-símbolo del nuevo Chile que transitaba hacia un capitalismo moderno. “Es un símbolo de la democracia y la sociedad. Es ambiguo, contradictorio, no defiende un discurso. Y la democracia es así, ambigua y poco presumida”.
Para el director, "Gael estaba en mente desde el principio, desde que se estaba desarrollando el guión. Tuvimos que enseñarle algunas cosas sobre Chile, pero él de inmediato aportó el equilibrio y la ambigüedad que se necesitaba para su papel, el de un chileno exiliado en México que regresa". Eso sí, el actor nunca trata de imitar el acento chileno, explicó que para interpretar a Saavedra necesitó una preparación intensiva pues no disponía de mucho tiempo. "Obtuve mucha información acerca de la época. Tuve, claro, que entrar en el ritmo chileno y trabajar mi actuación, ajustándome al juego y a la travesura del equipo", declaró el actor. "Disfruté del hecho de que mi papel era el de un exiliado en México que regresa y eso hizo que todo fluyera de manera más expansiva, aprovechando las contradicciones que generaba", añadió.
También la prensa ha subrayado que la película exhibe matices críticos, como las paradojas del uso del lenguaje publicitario en la campaña del No, o el insinuar que, como resultado del proceso, lo medular del sistema instaurado por Augusto Pinochet sigue inalterado en Chile, siendo catalogada incluso como una película que «critica la transición» chilena de la dictadura a la democracia. De manera que la película ha sido caracterizada como una comedia negra, como un «drama negro con momentos de humor» y hasta como un «film terrible pero necesario».
La película se estrenó el 18 de mayo de 2012 en la Quincena de Realizadores del Festival de Cine de Cannes, donde fue recibida entusiastamente por el público y recibió el mayor premio de la sección: el Art Cinema Award.
El escritor Antonio Skármeta se mostró emocionado con la reacción del público por la cinta que se basó en su novela Los días del arcoíris: «Estoy muy contento de la reacción que tuvo el público. Es inusual que se expresen de la forma que lo hicieron, porque estas funciones mantienen un toque profesionalmente frío. Así que me imagino, desde la distancia, que la película los debe haber impresionado».
También se llevó a cabo un preestreno con los dirigentes estudiantiles de la Confech, entre los que estaban invitados Camila Vallejo y Giorgio Jackson. Además, asistieron el director del filme Pablo Larraín y el actor Gael García. En un diálogo con los dirigentes estudiantiles, el actor señaló que «si pudiera dedicarle a alguien esta película sería a ustedes, al movimiento estudiantil».
El 30 de julio, se realizó la avant première del filme, a la que asistieron tres expresidentes chilenos: Patricio Aylwin, Eduardo Frei Ruiz-Tagle y Ricardo Lagos. Aylwin comentó que la película «refleja lo que fue el fin de la dictadura y la recuperación de la democracia en Chile, creo que es una muy buena expresión de lo que ocurrió», mientras que Lagos señaló que «hay que entender que la vida real es la vida de un pueblo movilizado, un país que entendió que por esa vía podían derrotar a Pinochet, había que derrotar el miedo y se hizo».
El 9 de agosto de 2012 se estrenó comercialmente en distinas salas de cine. Según la empresa Ultracine, la cinta registraba 160 955 espectadores hasta el 28 de agosto de 2012.
El filme fue seleccionado para representar a Chile en los Premios Óscar en la categoría «mejor película de habla no inglesa». El 21 de diciembre, No formó parte de la lista de nueve películas preseleccionadas que pasaron a la segunda fase, continuando en la carrera para ser parte de las cinco nominadas finales.
El 10 de enero de 2013, No fue nominada al Óscar 2012 como «mejor película de habla no inglesa» junto a Amour de Austria, Kon-Tiki de Noruega, A Royal Affair de Dinamarca y War Witch de Canadá.
siendo éste el primero de sus premios pues era la primera película chilena nominada a los Oscar en su 85 edición a la mejor película de habla no inglesa
Además de su Premio Quincena de Realizadores a la mejor película en el 65.ª Festival de Cannes de 2012 En el Festival de La Habana, en su 34ª. fue valorada como la mejor película- Premio Coral- ; y en los Premios Ariel: fue nominada a Mejor película iberoamericana
En cuanto a la crítica, en general, muy positiva en casi todos los países. De entre los escrito destaca lo siguiente. Leslie Felperin en Variety afirmaba que "Larraín completa satisfactoriamente su trilogía (...) Tensa en todo momento, incluso para la audiencia que conozca la historia, y además profusa en el humor negro andino de los trabajos previos de Larraín"
David Rooney en The Hollywood Reporter dejaba por escrito lo siguiente: "Un capítulo decisivo de la transición en la historia de Chile que explica de manera absorbente el poco probable camino de un país de la opresión a la democracia"
Manohla Dargis en The New York Times comentaba que "'No' es una película de aspecto feo - literalmente -sobre un período de tiempo feo. Es sucia, con poca belleza o detalles pictóricos, pero su anti-esteticismo tiene un propósito y, una vez te paran doler los ojos, se deja ver y resulta persuasiva"
En España, Jordi Costa en el diario El País señala que "Pablo Larraín narra aquí, a salvo de todo autoengaño y toda tentación épica, el fin de la dictadura de Pinochet. (...) Es un trabajo de amarga lucidez"
Por su parte, Oti Rodríguez Marchante en el diario ABC escribe que "Impecable en sus fondos, en los estados de ánimos y en su doble sentido del humor y de la moral (...) consigue meter hasta el fondo al espectador y conciliar todo el celuloide filmado con el de archivo (...) "
Sergi Sánchez en el Diario La Razón afirma que "«No» apuesta por la forma de un ágil thriller político, no demasiado lejos del mejor Costa-Gavras, que quiere descubrir al mundo que la derrota de Pinochet fue la consecuencia directa de una guerra entre jefes de marketing"
Luis Martínez en el Diario El Mundo señalaba que la película es "La radiografía perfecta no de una época sino de un estado de ánimo convertido en enfermedad. (...) Larraín ha conseguido como nadie explicarnos (a nosotros y a él mismo) el horror."
Ricardo Aldarondo en Fotogramas comentó que "Tiene abundancia de ingenio y perspicacia en lo visual y en lo moral (...) excepcional Gael García Bernal (...) "
Carlos Marañón en Cinemanía describe la película como una "Metáfora colorista de toda una transición política, despliega el poder del entusiasmo hasta hacerlo contagioso (...) combate con chispa la amargura del recuerdo, pone de manifiesto que hay muchas maneras de ponerse serio y de comprometerse con rigor (...) "
Por último, Lluís Bonet Mojica en el Diario La Vanguardia señala que "En pocas películas la ficción y las imágenes extraídas de documentales y programas televisivos se entrelazan con tanta perfección. (...) "
La película muestra una pugna publicitaria entre dos grupos,los del Sí y los del No, que será la base de una trama en que se mezclarán el miedo, la violencia, el suspenso y una especial comicidad. La película irá paulatinamente mostrando el proceso de creación de la campaña del "No", pasando por la elaboración de sus canciones, sus contenidos, sus conceptos y sus personajes.
Como dice Victor Hugo Ortega, periodista y profesor universitario en Santiago, en CineChile "Larraín crea una estructura narrativa con exquisitas intervenciones metadiegéticas, en que tendremos a los propios participantes del plebiscito de 1988 (Patricio Aylwin y Patricio Bañados, entre otros) unificados en escenas de ficción y extractos de la campaña publicitaria original, a través del montaje. Este tipo de actos resultan atractivos para el espectador.
Llaman la atención y entregan frescura al relato, potenciando la idea de reconstrucción escénica de la campaña. Con estas intervenciones, la cinta se conecta de manera emotiva con aquella generación que fue parte de este acontecimiento, del mismo modo que logra transmitir la sensación de hazaña comunicacional, a generaciones posteriores. El filme invita al descubrimiento de personajes participantes de ambas campañas, fusionando el material de archivo documental de las tandas, con el material creado a partir de ellas.
Uno de los aspectos mejor logrados y más relevantes de No, es el montaje de Andrea Chignoli. Evitando la conjunción facilista de las escenas, sobre todo en la primera parte del filme, se complejizan las conexiones de las secuencias, a través de cortes bruscos que, pulcramente, mantienen una linealidad de los diálogos, aún cuando los personajes transiten por espacios y tiempos distintos.
(...) Todo es convincente en No. El relato, los diálogos y las notables recreaciones de la época, con un cuidado milimétrico en cada detalle de la dirección de arte. Su preocupación por dar con los efectos cromáticos de los años ochenta, al utilizar una cámara ikegami y video 3/4 de pulgada.
Y probablemente su mayor cualidad, la construcción de sus personajes, a través de actuaciones sólidas.
Hay un nexo virtuoso entre un gran guión, escrito por Pedro Peirano, y una mejor puesta en escena, en donde el eje fundamental son los actores. En este punto es bueno detenerse y reflexionar. Se agradecería ver películas chilenas con rostros nuevos, inéditos, apreciar el valor del riesgo y la negación de la cara televisiva, para dar cabida a otros actores y, por ende, a nuevos personajes.
Para este periodista y articulista chileno "En unos pocos minutos de iniciada la cinta, cuando ya intuimos que estamos ante una gran película, nos reímos de nuestro desastre. Porque, aclaremos, es este escenario de desastre el que provoca sonrisas y no al revés. Nos reímos porque hacemos el ejercicio de recordar, de reconocer y de identificar un pasado cercano, que en su relación con el presente, deja un amargo sabor de boca. No no es una comedia negra como se le ha rotulado erróneamente en algunas publicaciones, es un drama negro con momentos de humor, que es algo muy distinto. Es el drama de un país que no resolvió sus problemáticas. Es la radiografía de una sociedad que le da más importancia a lo superficial y a lo que se ve por fuera, que a lo que realmente importa, que es la sociedad misma, con sus carencias y desbordes. Es la historia de lo primordial que es la publicidad en un país como Chile, que para terminar con la dictadura, requiere dar una imagen que venda, "que se vea bonita". La conclusión, es que el fin de la dictadura en Chile, es el comienzo de una era en donde las apariencias son más importantes que la verdad de un país dividido, sumido en la inequidad, y que está a años luz de querer buscar soluciones.
A pesar de que el análisis de un chileno, mejor conocedor de su cine y de su realidad pasada y actual en lo político y sociológico, debo señalar que la película de Pablo Larraín es una de obras muy inteligente e impactante, y una película que nos trasmite una alegría que, al menos, vino a poner fin con la dictadura, no con sus efectos, y que ,ante todo, nos acerca a una realidad que fue y ,como señala el título de este blog, es esencial para que, al menos, nosotros no nos olvidemos del difícil camino que hubo que recorrer en este caso Chile para obtener su libertad.
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