jueves, 28 de mayo de 2015

Tin Hauser en los límites de la realidad


En la noche del 6 de julio de 2002 tuvo lugar en los jardines del Alcázar de los Reyes Cristianos de Córdoba un memorable concierto de una veterana banda vocal – celebraba su XXX aniversario- capitaneada por Tim Hauser, The Manhattan Transfer, la banda estaba presentando su por aquel entonces su último disco, The spirit of San Louis, dentro del programa del Festival Internacional de la Guitarra. Su repertorio esa noche fue variado y ecléctico pero de enorme calidad. Como siempre mezclaron todos los estilos posibles, desde el be-bop al rock, de la fusión a las músicas brasileñas, del big band al pop todo integrado bajo un elemento común: la armonía vocal del cuarteto (formado por soprano, alto, tenor y bajo) constituían Tim Hauser, Alan Paul, Janis Siegel y Cheryl Bentyne, junto con Yaron Gershovsky, su pianista y director musical. 

El concierto en esa noche calurosa fue una explosión de nervio, ritmo y color . Así , al menos, nos pareció a las tres personas que fuimos a disfrutar de la música y del conjunto coral de sus voces. Fue un auténtico homenaje a casi todos los grandes nombres del jazz - Count Basie, Miles Davis o Ella Fitzgerald - y permitieron al cuarteto mostrar los grandes éxitos de la banda y todas las posibilidades del vocalese (cantar con palabras fragmentos musicales inicialmente instrumentales). 

A la salida, en todas las caras se esbozaba una sonrisa. De entre los temas de aquella noche destaco uno "Twilight Zone/Twilight Tone", procedente de su album, Extensions (1979), un tema escrito por Alan Paul y Jay Graydon como un homenaje a la década de 1960 serie de televisión de la CBS creada por Rod Serling. Hoy, mientras escribía esto, me he enterado que el 17 de octubre de este pasado año fallecía Hauser. 

 Y ¿qué tiene que ver esto con este blog de cine? Pues básicamente que los acordes que aparecen al inicio de la película Twilight Zone: The Movie , conocida en España como En los límites de la realidad, y son los mismos que utilizaba la banda vocal neoyorkina en esta recreación de la canción de la serie. 

La película es una joya de los ochenta, en concreto del año 1983, y fue producida por Steven Spielberg como una versión homenaje desde el cine a la serie de los años 50 y 60 conocida en España como Dimensión Desconocida (The Twilight Zone), creada por Rod Serling y que se emitió en USA entre 1959 y 1964. Era una serie en la que en cada capítulo se narraba, lo hacía el propio Serling, una historia de terror, fantasía o ciencia-ficción. 

En la película que versiona tres episodios clásicos de la serie o remakes e incluye una historia original, participan en la dirección auténticos directores representativos de los ochenta como fueron John Landis, que dirigió el prólogo y el primer episodio Time Out, el único episodio original; Spielberg, el segundo Kick the Can; Joe Dante, el tercero el terrorífico It's a Good Life; y George Miller, el cuarto Nightmare at 20.000 feet —Pesadilla en las alturas— y último. En la producción participaron Steven Spielberg y Richard Mathison . La productora que reunió a este ramillete de directores fue la Warner Bros. Pictures La canción promocional del film fue Nights Are Forever, escrita por Jerry Goldsmith e interpretada por Jennifer Warnes, así como la banda sonora de original de la serie que es la misma con la que empieza "Twilight Zone/Twilight Tone" la canción exitosa de los Manhattan Transfer. 

El guión de los episodios está muy repartido y no se qué corresponde a quién , solo que están presentes Richard Mathison, John Landis, Melissa Mathison, George Clayton Johnson, Jerome Bixby, Robert Garland, igual que la fotografía que es de Stevan Larner, Allen Daviau y John Hora. 

El reparto está integrado por Dan Aykroyd, Albert Brooks, Scatman Crothers, John Lithgow, Vic Morrow, Kathleen Quinlan, Jeremy Licht, Abbe Lane, Kevin McCarthy, Patricia Barry, William Schallert, Nancy Cartwright, Bill Quinn, Martin Garner, Selma Diamond, Helen Shaw, Murray Matheson, Peter Brocco, Priscilla Pointer, Doug McGrath, Charles Hallahan, Dick Miller, Donna Dixon, John Dennis Johnston, Charles Knapp, Al Leong, John Larroquette 

La película comienza con un prólogo. La película empieza con un conductor —Albert Brooks— y su pasajero —Dan Aykroyd— conduciendo en medio de la noche por una carretera secundaria un coche de los años 70. Ambos están cantando juntos la canción The Midnight Special de Creedence Clearwater Revival, y que a su vez la están escuchado de una vieja cinta de cassette. Invita a cantarla hasta que la cinta finalmente se enrolla y se bloquea. Entonces, para no aburrirse, uno de ellos propone conducir con las luces apagadas y con la posibilidad de atropellar a alguien. 
Finalmente, proponen hacer un juego entre ellos, consistente en tratar de adivinar los títulos de programas antiguos de TV, simplemente tarareando sus melodías como la de Hawaii 5.0, Ironside, o la misma de The Twilight Zone, entre otras. Más tarde la conversación deriva en recordar sus episodios favoritos de la serie The Twilight Zone y los que más les impactaron. Albert Brooks habla sobre Burgess Meredith en el episodio Por fin tengo tiempo (Time Enough at Last) de la serie En los límites de la realidad. Burgess . que es el narrador de la película en la versión en inglés – que desgraciadamente no he visto- , aunque no aparezca en los créditos. El pasajero finalmente le pregunta al conductor: "¿Quieres ver algo realmente terrorífico?". 

El conductor no lo creo y su compañero le pide que lo mejor es que pare. Expectante acepta, entonces el amigo gira su cabeza hacia la ventanilla para ocultar su cara al conductor y tras un instante con suspense, vuelve a girar su cabeza, revelando entonces el rostro oculto en el que se ha transformado.¡Una criatura monstruosa!, que acto seguido ataca al conductor. 

La primera escena se corta apareciendo el exterior del coche, poniendo el monólogo: "Esta puerta se abre con la llave de la imaginación. Al otro lado hay una nueva dimensión, una dimensión de sonido, una dimensión de imágenes, una dimensión de la mente. Están acercándose a un territorio de sombras y sustancias, ideas y cosas. Acaban de entrar a la dimensión desconocida." Tras ello la música que hace referencia a los Manhatan Transfer. 

El primer episodio –original, no emitido por la serie de la CBS- fueron John Landis y que lleva por título Time Out. Está vagamente basado en los capítulos A Quality of Mercy y Death's Head Revisited de la serie original. Comienza con una intro que nos dice "Van ustedes a conocer al señor William Connor (Vic Morrow), que arrastra consigo un resentimiento mayor que la deuda nacional. Es un hombre amargado, solitario, cansado de esperar las oportunidades que otros consiguen y él, nunca. El señor William Connor, cuyo odio ciego va a catapultarle al rincón más oscuro en la dimensión desonocida." 

Bill Connor es un hombre intolerante y directo, que va al bar después del trabajo a tomar algo con sus amigos. Está enfadado. No ha conseguido un ascenso por el que ha trabajado mucho. En su lugar, ha ascendido un hombre judío, y se queja amargamente de lo que ha hecho por el país luchando en Corea, y entonces comienza a hacer comentarios racistas contra judíos, negros y orientales. 

Habla con sorna sobre el judío que ha ascendido varias veces, comentando lo duro que es ganarse la vida por culpa de los judíos, negros y asiáticos. Aunque sus amigos tratan de calmarle, él es inflexible en sus emociones llenas de odio. Atrae de forma involuntaria la atención de un grupo de hombres negros, sentados cerca, que demuestran su rechazo a los comentarios racistas efectuados. Bill sale del bar, enojado. Pero cuando sale afuera, en vez de encontrarse en el estacionamiento en el que ha dejado el coche se ve que está en la Francia de Vichy durante la Segunda Guerra Mundial. Este es visto como un judío por dos policías de las SS que estaban patrullando las calles. 
Después de una persecución y de una caída desde un primer piso tras haberse refugiado en una casa, al levantarse malherido descubre que ha viajado en el tiempo, y ahora está en una zona rural, del sur de EE. UU. en los años 1950, en donde miembros del Ku Klux Klan lo ven como un Afroamericano, al cual deciden sacrificar. Asustado y confundido, Bill les dice que es blanco. 
Mientras trata de escapar de éstos, se refugia en la ribera de un río y allí nuevamente viaja en el tiempo de nuevo, y aparece en la Guerra de Vietnam. Ahí es un vietnamita, y es descubierto por una patrulla norteamericana que lo confunde con un vietnamita. Durante esta secuencia de Vietnam, uno de los soldados dice: "Les dije, chicos, que no teníamos que haber disparado al teniente Niedermeyer". Casi es asesinado por una granada de mano del ejército de los Estados Unidos. 

Por último, es enviado otra vez a Francia de Vichy. Esta vez es capturado por los SS e introducido en un tren de donde, aparentemente, no puede ser rescatado. Allí ve a sus amigos salir del bar y el se queda inútilmente, gritando ayuda, mientras el tren lo lleva posiblemente a un campo de concentración. 

El segundo episodio tiene mucho de su director Steven Spielberg y es un remake del capítulo de la serie Por pura diversión (Kick the Can). Comienza con una voz en off que nos cuenta que "Se dice a veces que donde no hay esperanza no hay vida. Un ejemplo muy a propósito, los residentes de la casa de reposo Sunnyvale, donde la esperanza es solo un recuerdo. Pero la esperanza acaba de entrar en Sunnyvale disfrazada de anciano optimista que lleva su magia en una reluciente lata." 

Allí acaba de llegar un viejo hombre llamado Bloom (Scatman Crothers) y que a su llegada, saluda a todos amablemente, se sienta y escucha las felices historias de juventud de los otros viejos residentes y alguna triste como la del residente que todos los martes prepara su maleta para irse con su hijo y siempre se queda en la residencia. Les explica que la vejez no es razón para no disfrutar la vida, y que sentirse joven y activo es una cuestión de actitud, no de edad. Sin embargo, un viejo gruñón llamado Bill Conroy, bastante escéptico en su perspectiva vital, no está de acuerdo y discute que con su edad puedan llevar a cabo la misma actividad física de la niñez.
Esa noche, el señor Bloom les congrega fuera para jugar a kick the can —patea la lata o el escondite - . Los viejos residentes se transforman en versiones infantiles de ellos mismos. Juegan y parecen alegres. Y aunque están contentísimos de ser jóvenes otra vez y de disfrutar de las actividades que tanto tiempo hacía que no realizaban, también se dan cuenta de que ser joven no significa beneficiarse sólo de los buenos momentos, sino también vivir los malos como la pérdida de un familiar, volver a criar a los hijos,etc... Así que le piden volver a ser viejos, lo que el señor Bloom le concede cuando vuelvan a sus camas. Solamente el más vital quiere volver a ser un niño y así se queda. 
Por su parte, Bill Conroy observa a un residente que permanece siendo niño y le dice, antes de que salga corriendo, que está preparado para ser como él. Aunque el niño le dice que no puede ser, Conroy se da cuenta de que no debe cesar de disfrutar la vida por su edad. El episodio acaba con Bloom trasladándose a otra residencia mientras Conroy patea felizmente una lata en el patio del asilo, ya que ha aprendido que ser joven de corazón es lo que realmente importa. 

El tercer episodio es un remake del capítulo de la serie It's a Good Life, fue dirigido por Joe Dante. Comienza con la habitual intro en la que nos comenta que "Retrato de una mujer en tránsito. Helen Foley, 27 años. Ocupación: maestra de escuela. Hasta hoy su vida ha transcurrido en la más absoluta monotonía a la espera de que algo diferente ocurriese. Helen Foley aún no lo sabe, pero su espera acaba de terminar." 

Helen Foley (Kathleen Quinlan) interpreta el papel de una afable profesora de escuela que va de camino de su nuevo trabajo. Mientras hace una parada en un bar para tomarse algo rápido, ve cómo un joven que juega compulsivamente a las máquinas – parece Pacman- es acosado por un grupo de camorristas borrachos incitados por el dueño del bar al haber apagado accidentalmente la televisión mientras ellos la veían. Al poco rato, Helen decide irse. Por no prestar atención, golpea con su coche la bicicleta en la que va montado el chico y le tira. Ofrece sus más sinceras disculpas y se ofrece a llevarle a su casa. Llegan allí y resulta ser una enorme casa de campo en la que hay muchos coches aparcados. 
Allí conoce a varias personas que, según el chico, Anthony, son su familia. Su tío Walt, (Kevin McCarthy); su hermana Ethel, (Nancy Cartwright); y sus padres. Helen se da cuenta de que la familia parece bastante aprensiva, aunque trata de olvidarlo. De inmediato Anthony le enseña la casa. Por la misma siempre hay televisiones en la que permanentemente emiten dibujos animados. En una de ellas está su hermana sin boca. 
Mientras Hellen sube la reacción de su familia es extraña. Le revisan de principio al fin su bolso. Tras la visita, Helen trata de irse, pero descubre que Anthony no es un niño ordinario. De hecho lo invita a cenar. La supuesta madre desconoce que es la cena y el niño le dice que lo que hay en el horno. Hamburguesas con crema de cacao o cacahuete y dulces. Helen hace un comentario sobre la comida que sobresalta al chico y a los demás.
 Helen descubre así que el niño posee unos poderes inexplicables que le permiten hacer prácticamente cualquier cosa que quiera, incluso hacer aparecer personajes de los dibujos en la vida real y hacer desaparecer a los humanos.

Ellos informan a Helen, diciéndole que no son sus familiares y que llegaron a la casa engañados, justo como ella. También le explican que no se pueden marchar de allí. 
Tras hacer enfadar a Anthony al decirle que estar allí con él era como una pesadilla, les hace desaparecer junto con la casa, quedándose con Helen en un limbo rodeado de la nada. Helen habla con Anthony y le hace darse cuenta del error de su comportamiento, ofreciéndole su amistad si accede a no abusar más de sus poderes. 
Anthony se da cuenta de que el mal uso de sus poderes no le ha traído nada bueno, accede a convertirse en una buena persona y se van juntos a la nueva casa de ella en un coche mucho mejor, aparecido tras retornar al mundo que había hecho desaparecer. 

El cuarto episodio es un remake del capítulo Pesadilla en las alturas (Nightmare at 20,000 Feet) de la serie, fue dirigido por George Miller. Comienza con la introducción que nos cuenta que "Lo que están viendo podría ser el final de una terrorífica pesadilla. No es así, es el comienzo. Les presento al señor Valentine, pasajero aéreo. Destino: La dimensión desconocida." 

El protagonista es John Valentine (John Lithgow), un estresado e histérico pasajero de una línea aérea. El señor Valentine sale lentamente del baño después de que la azafata le haya preguntado repetidamente si estaba bien. Él había estado recuperándose de un ataque de pánico. Varias veces las azafatas intentan restarle preocupación asegurándole que todo va a ir bien y diciéndole que no hay de qué preocuparse. Su comportamiento atrae la atención de otros pasajeros, que empiezan a manifestar su nerviosismo como una niña repelente y maleducada y un señor que se sienta al lado que parece despreciarle por su miedo. Cuando el señor Valentine parece tranquilizarse ve desde su ventana un diablillo en el ala del avión, entra en una espiral de pánico. Ve cómo esa pequeña, pero malvada criatura, arranca cables y tornillos del motor del avión. Desafortunadamente, nadie da crédito a John Valentine.
Al ver cómo sigue dañando el avión le arrebata el arma a un marshal , el pasajero grueso que lo miraba de mala manera —policía encargado de la seguridad aérea—, y rompe un cristal despresurizando la cabina y comienza a disparar a la criatura. Esta le agarra la cara por un segundo, hace un gesto de negación con un dedo y se marcha volando. 
 El avión efectúa un aterrizaje de emergencia. La policía, tripulación y pasajeros lo toman por otro caso de locura provocada por la claustrofobia. Se lo llevan en una ambulancia al psiquiátrico, inmovilizado mediante una camisa de fuerza. Los técnicos descubren entonces los inexplicables daños que ha sufrido el motor del avión. 
En el traslado del pasajero Valentine hace de epílogo y conecta con el personaje del prólogo. El señor Valentine es conducido al psiquiátrico en una ambulancia. El conductor - interpretado por Dan Aykroyd- apaga la sirena, y hace sonar la canción Midnight Special de Creedence Clearwater Revival. El conductor de la ambulancia (Aykroyd) le pregunta al pasajero - Así que se pasó miedo allí arriba, ¿eh? - Oh, sí -contesta Valentine. - ¿Quiere ver algo realmente terrorífico? Suena la sintonía de la serie clásica.
La película acaba entonces con un plano de la noche estrellada mientras se oye el monólogo inicial de Rod Serling de la primera temporada de la serie La Dimensión Desconocida. "Hay una quinta dimensión, más allá de lo que el hombre conoce. Se abre a medio camino entre la luz y las sombras, entre la ciencia y la superstición, entre el abismo de los terrores del hombre y la cima de su conocimiento. Es la dimensión de la imaginación. Una dimensión desconocida." 

Uno de los aspectos más tristemente conocidos de la película y que yo recordaba era como la desgracia se cebó en el actor protagonista de la primera historia Vic Morrow y dos niños vietnamitas - Myca Dinh Le (7 años de edad) y Renee Shin-Yi Chen —6 años de edad— que fallecieron en un accidente de helicóptero - viernes 23 de julio de 1982- , durante el rodaje del episodio que dirigía Landis. Las explosiones pirotécnicas causaron la pérdida de control del aparato, que comenzó a volar muy bajo y se estrelló. Las hélices decapitaron a Morrow y a Le, Chen murió por aplastamiento. Los pasajeros del helicóptero sufrieron heridas de escasa gravedad. Las muertes provocaron una destacada acción legal - casi una década- , pero en el juicio que tuvo lugar posteriormente, nadie fue hallado culpable del accidente, aunque cambiaron la regulación legal del trabajo efectuado por los niños en los rodajes durante las noches y en las escenas con efectos especiales. Hollywood también evitó el uso de especialistas para escenas con helicópteros durante muchos años, hasta que la revolución tecnológica de los 90 posibilitó el uso de imágenes creadas por computadora para crear efectos especiales digitales. Como resultado del accidente, el nombre del segundo asistente del director fue retirado de los créditos y reemplazado por el pseudónimo Alan Smithee. El accidente también acabó - parece ser- con la amistad existente entre Landis y Spielberg. 

En los límites de la realidad: La película se estrenó el 24 de junio de 1983 y tuvo críticas variadas. Roger Ebert del Chicago Sun Times evaluó cada episodio por separado calificándolos, según una escala de cuatro estrellas, dando dos para el prólogo y el primer episodio, una y media para el segundo, tres y media para el tercero, y tres y media para el cuarto y final. Ebert apuntó: "Lo que sorprende es que dos directores superestrellas sean perfectamente guiados por otros dos directores menos conocidos con anteriores trabajos dentro de los géneros del horror y la acción... Spielberg, que produjo completamente el proyecto, quizás ha notado que él y Landis obtenían los resultados más flojos, al ordenar las historias por grado ascendente de emoción. En los límites de la realidad: La película comienza despacio, casi pierde el ritmo y recupera el tono al final" El episodio del avión ha sido ampliamente elogiado, destacando particularmente la actuación de John Lithgow, pero los otros episodios fueron menos populares. Muchos críticos tachan el episodio de Steven Spielberg de sentimentaloide. 
Para Fernando Morales del Diario El País la película se trata de "Uno de esos experimentos que de vez en cuando se dan en el cine americano. Cuatro historias sobrenaturales para una cinta irregular, pero sumamente curiosa. No se la pierda". Por su parte, Javier G. Trigales en blogdecine señala que 'En los límites de la realidad', es terror en pequeñas dosis. En ella, la ciencia-ficción y el terror se aunaban para componer pequeñas perlas de menos de media hora de duración. 
Javier Trigales prosigue señalando que “Cuatro de los directores más potentes de la época, cuatro primeros espadas, todos ellos con experiencias anteriores en el cine fantástico y/o terror, se embarcaron en una nostálgica recreación con este film. El resultado fue desigual, como suele ser norma en las películas de episodios, pero rayando un nivel alto. Destaca que la peculiaridad de esta pequeña miniatura es su metalenguaje, su intertextualidad: los dos protagonistas hablan de la serie ‘En los límites de la realidad’ como una moderna manera de contarse historias de miedo, y al final ellos mismos acaban formando parte de la “Zona crepuscular”. Destaca del episodio de John Landis que “El ritmo del capítulo es bueno y la sensación de pesadilla, lograda, hasta el punto de que lleguemos a sentir compasión por un personaje tan mezquino como el que interpreta Morrow, aunque su condición de historia con “moraleja” hace que pierda buena parte de su efectividad”. 
El episodio de Steven Spielberg, para Trigales, roza la cursilería. Del episodio de Joe Dante destaca que su propuesta fue la más lúdica y perversa: un niño con el poder de hacer realidad todo lo que su mente de diez años imagine, retiene secuestrados en una enloquecida casa a una “supuesta” familia que vive aterrorizada ante los caprichos del pequeño tirano. Las medidas de castigo que éste inflinge a los habitantes de la casa están tomadas de los salvajes dibujos de Tex Avery y similares, y descubrimos de forma cruel que en la vida real, los “cartoons” no tienen ninguna gracia. De una comicidad negrísima, este segmento nos brinda algunas de las imágenes más inquietantes de toda la película. 
Por su parte, del episodio de George Miller es para el crítico la joya de esta película. La historia desarrolla implacablemente una de las grandes convenciones del género: sólo el protagonista —y los espectadores— saben lo que está pasando realmente, por lo que la sensación de paranoia e impotencia multiplica por diez la fuerza del relato. Un fabuloso John Lithgow encarna al sufrido héroe. Este capítulo tiene una perversa coda que une al film con el prólogo de nuevo con Dan Aykroyd como nexo. En resumen, la película es en líneas generales un estupendo divertimento que recupera el espíritu de la serie original de manera brillante. 

El film resultó perjudicado por la controversia provocada por el accidente de helicóptero, y los resultados de taquilla mostraron una acogida del público poco entusiasta. La película obtuvo cerca de 30 millones de dólares y no tuvo el gran éxito pensado por los ejecutivos. Sin embargo, es una película de culto, y ayudó a despertar el interés de la CBS en realizar la versión de los años 80 de la serie de televisión En los límites de la realidad. 
Hubo una novela homónima adaptada de la película escrita por Robert Bloch en la que el orden de los episodios no es el mismo, sino que sigue el guión original del proyecto donde el episodio del avión Pesadilla en las alturas (Nightmare at 20,000 Feet) ocupaba el segundo lugar y el de la residencia de reposo Por pura diversión (Kick the Can) el cuarto. El prólogo y epílogo de la película no aparecen en la novela. 

Esta película fue la primera de Steven Spielberg donde John Williams no hizo la banda sonora, sino que lo hará con Jerry Goldsmith, que había sido puesto la música de siete capítulos de la serie clásica. 

La película obtuvo algunos premios como el de la Asociación de Críticos de Los Ángeles (1983), nominada a Mejor actor de reparto (John Lithgow), y nominada al Mejor actor de reparto (John Lithgow) por el de Círculo de Críticos de Nueva York.

Por cierto, a mis hijos le ha gustado tanto como me gustó a mí. Desde luego cuando yo vi en su día esta película me encanto por esa mezcla de historias inofensivas, sobre todo segunda, la de Spielberg, y de historias de auténtico como la y terror, como la tercera y la cuarta y última, protagonizada por John Litgow y con ese inicio magnífico de esos dos compañeros que viajan de noche en automóvil y para pasar el rato comienzan a rememorar la serie Twilight Zone.
Con la música de los Manhattam Transfer y su Twiling Zone me despido hasta ese momento lamentándome así casualmente de la muerte de Tim Hauser , al que dedico esta entrada, en coherencia con la historia trágica ligada a ‘En los límites de la realidad’ por las muertes terribles de algunos de sus protagonistas, pasando a formar parte del fúnebre grupo de películas de terror, aunque con toques amables, pero con negra leyenda.


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