Ayer terminé de ver definitivamente la magnífica serie sobre el viejo oeste te tiene como título Deadwood. Como ya dije anteriormente me ha encantado el papel de Al Swearangen. Pero el resto de personajes no se queda atrás. Entre los habitantes del campamento que son dignos de destacar destaca el honorable e implacable sheriff Seth Bullock, un sheriff ya retirado que pretende abrir una ferretería junto a su socio el judio Sol Star, son las circunstancias las que le obligan a asumir nuevamente su papel como protector de la ley; el Wild Bill Hickok, legendario pistolero que viaja en compañía de sus inseparables amigos Charlie Utter y Calamity Jane, y que protagoniza la primera temporada; el repulsivo empresario hotelero y futuro alcalde EB Farnunn; los Garrett, un matrimonio adinerado de Nueva York que pretende incrementar su fortuna gracias a la extracción de oro, en la que la señora Garrett jugará un fuerte protagonismo, o personas sin límite a su ambición representada por George Hearst, gran protagonista de esta tercera y última temporada. Por salir en la serie sale el mismísimo Wyatt Earp, en esta última temporada. Pero lo más destacable es que existen muchos más personajes, inicialmente secundarios como el doctor, un periodista, muchas prostitutas, una tullida, tahures asesinos como Jack McCall, un par de yonkis, un reverendo, varios niños, un buen puñado de variopintos bastardos e incluso algún indio, y algún negro, una comunidad china presidida por Wu, o actores ambulantes como el auténtico Langrishe, y todos pululan por el argumento de “Deadwood” con una naturalidad pasmosa, como si narrar las vidas de los habitantes de un pueblo fuera un juego de niños para unos guionistas que hacen de los diálogos uno de los puntos fuertes de la serie.
El nivel interpretativo está altísimo, gracias a rostros semi-conocidos del cine como Timothy Olyphant (secundario en “La vecina de al lado”, protagonista en “Hitman” y villano en “La jungla 4.0”), Keith Carradine (antaño co-protagonista junto a Harvey Keitel de “Los duelistas” de Ridley Scott), Brad Dourif (el doctor), William Sanderson (J.F.Sebastian en “Blade Runner”), Powers Boothe (el poli con cara de mala gente en “Escalofrío”, de Bill Paxton) Geri Jewell (que da vida a Jewel, la tullida que limpia el burdel). Todos ellos vienen a demostrar que un actor puede ser tan bueno como el reto que suponga su personaje. Por otro lado señalar que un mismo actor, Garret Dillahunt, representó a dos personajes diferentes: por un lado, a Jack McCall, y, por otro, a Francis Wolcott, el malvado y psicópata geólogo contratado por Hearst.
Por otro lado, y como ya viene siendo habitual en las producciones de la HBO, “Deadwood” no tiene el aspecto de una serie de televisión al uso sino el de una dignísima producción de cine emitida por capítulos. Técnicamente, desde la fotografía y el montaje hasta el vestuario y los decorados, nada desmerece a los westerns que durante años pudimos ver en la gran pantalla. De hecho, “Deadwood” es bastante más realista que muchos de éstos, pues consigue capturar la suciedad, la miseria, los picores de la entrepierna y la dudosa moralidad del Salvaje Oeste mejor que la mayoría de ejemplares del género.
El nivel interpretativo está altísimo, gracias a rostros semi-conocidos del cine como Timothy Olyphant (secundario en “La vecina de al lado”, protagonista en “Hitman” y villano en “La jungla 4.0”), Keith Carradine (antaño co-protagonista junto a Harvey Keitel de “Los duelistas” de Ridley Scott), Brad Dourif (el doctor), William Sanderson (J.F.Sebastian en “Blade Runner”), Powers Boothe (el poli con cara de mala gente en “Escalofrío”, de Bill Paxton) Geri Jewell (que da vida a Jewel, la tullida que limpia el burdel). Todos ellos vienen a demostrar que un actor puede ser tan bueno como el reto que suponga su personaje. Por otro lado señalar que un mismo actor, Garret Dillahunt, representó a dos personajes diferentes: por un lado, a Jack McCall, y, por otro, a Francis Wolcott, el malvado y psicópata geólogo contratado por Hearst.
Por otro lado, y como ya viene siendo habitual en las producciones de la HBO, “Deadwood” no tiene el aspecto de una serie de televisión al uso sino el de una dignísima producción de cine emitida por capítulos. Técnicamente, desde la fotografía y el montaje hasta el vestuario y los decorados, nada desmerece a los westerns que durante años pudimos ver en la gran pantalla. De hecho, “Deadwood” es bastante más realista que muchos de éstos, pues consigue capturar la suciedad, la miseria, los picores de la entrepierna y la dudosa moralidad del Salvaje Oeste mejor que la mayoría de ejemplares del género.
Me ha encantado al final contrastar la historia real de la ciudad y la de los personajes que vivieron o malvivieron en un entorno nuevo lleno de la brutalidad de la condición humana. Por otro lado he encontrado gran material en la red sobre la película y la historia real. En definitiva una gran serie.
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