Es este periodo de recuperación de mi memoria cinematográfica perdida me he encontrado con una película de los noventa y, para mí, ya olvidada. Su director, un norteamericano de origen, creo, italiano: Abel Ferrara. Este director es conocido, al menos, en mi caso por tres películas. La primera, una que acabo de darme cuenta de que Ferrara es el autor de Ángel de venganza, una escabrosa historia sobre una mujer violada que decide vengarse, Ferrara obtendría magníficas críticas y daría un salto cualitativo en su carrera. La segunda, un monumento a la corrupción policial, o más bien, a la pérdida de valores, “El Teniente corrupto” una película de 1992 que, el pasado año, tuvo un remake. La tercera es la que vi anoche. Su nombre “El funeral”.
The Funeral es una gran película de gansters con Christopher Walken y Chris Peen que ganó el premio al mejor actor de reparto en el festival de Venecia 1996. Es una película dramática-criminal dirigida por este director de ascendencia italo-irlandesa y fue protagonizada por los ya nombrados Christopher Walken y Chris Penn. También participan Annabella Sciorra, vinculada igualmente con la producción, Isabella Rossellini, Vincent Gallo, así como un jovencísimo y brutal Benicio del Toro y Gretchen Mol.
En el guión participó su amigo de juventud Nicholas St. John, mientras que como ingeniero de sonido estará otro compañero de colegio John McIntyre, compañeros ambos de estudios en Peekskill, Nueva York.
La historia consiste en el funeral de uno de los tres hermanos de una familia de mafiosos de Nueva York en los años 1930. Detalla mediante flashbacks el tortuoso pasado de los tres hermanos y sus familias. La película es notable por su impactante clima. Chris Penn como ya he dicho ganó el premio al mejor actor de reparto por su papel de Cesarino (Chez) en el Festival de Venecia de 1996. En 2009, la revista Empire colocó la película en el número 16 de la lista de las "20 mejores películas de gángsters que no has visto".
La película comienza con el funeral de uno de los hermanos Temple (o Tempio), tres violentos criminales. Los Tempios son un clan mafioso dirigido por tres ambiciosos hermanos. Cuando se inicia la historia, toda la familia está reunida para asistir al funeral de Johnny, el hermano menor que se supone ha sido asesinado por Gaspare Spaglia, su máximo rival en el mundo del crimen. Ante su ataúd, sus dos hermanos mayores, Ray y Chez, dos hombre torturados por su violento pasado, claman venganza. La vendetta ha comenzado y nadie está libre de ella. Chez y Ray están de duelo por la muerte de su hermano Johhny (Vincent Gallo). Ray es frío y calculador. Chez es de temperamento fuerte, más bien, temperamento cercano a la locura. Con diversos flashbacks muestran que Johnny era más sensible y el que tenía ideas más sociales.
El jefe del clan familiar, Ray (Christopher Walken), sospecha que Gaspare Spoglia , el gángster rival, interpretado por Benicio del Toro, es el responsable de la muerte de Johnny. Ray y Chez juran venganza. La esposa de Ray, Jeanette (Annabella Sciorra), se opone a la campaña de respuesta militar y a la violencia que eso causaría, mientras que la esposa de Chez, Clara (Isabella Rossellini), lucha con la naturaleza obsesiva de su marido. Helen (Gretchen Mol) la novia de Giovanni “Johnny” vive ajena a la guerra que puede iniciarse.
En el velorio de Johnny (Vincent Gallo), el menor de los hermanos Tempio, Ray (Christopher Walken) y Chez (Chris Penn) sienten la necesidad de vengar su muerte. Según la noche avanza, mediante los recuerdos de Ray y Chez vivimos el pasado de la familia, sus negocios y la sangre derramada.
Aunque muy apegados, los tres hermanos son muy distintos en sus personalidades, ideología política y filosofía de la vida. Ray, el más fuerte, racional y cruel de los tres, contrasta con el temperamental y violento Chez y el cautivador Johnny, quien simpatiza con la izquierda.
Las mujeres en sus vidas son igualmente diferentes. Jeannette (Annabella Sciorra), la esposa de Ray, educada e inteligente, expresa sus opiniones aunque choquen con las del marido. Clara (Isabella Rossellini), casada con Chez, es callada, sensible y sufrida. La tímida Helen (Gretchen Mol) es la bella novia de Johnny.
La película gira alrededor del misterio del asesinato de Johnny. El sospechoso principal es Gaspare Spoglia (Benicio del Toro, en una impresionante caracterización), cuya mujer había engañado abiertamente a su marido con Johnny.
Esta vez nos arrastra a los años 30, cuando la depresión devastaba a Nueva York y las huelgas desgastan tanto a los empresarios como a los obreros. Johnny, un gánster pero también un cinéfilo empedernido, se muestra cercano a la posición de los obreros, de hecho acude a las asambleas de los sindicalistas socialistas, comunistas y anarquistas.
Pasado y presente, en El funeral, se realimentan poderosamente. De hecho vemos el pasado en el que el jefe de los Tempio, el padre, ordena a Ray asesinar a un traidor, cuando Ray es solamente un niño. Un nuevo flash-back al pasado nos muestra a Chez en el velatorio de su padre que se ha suicidado modélicamente para Chez. Si el presente alrededor del féretro impregna de oscuridad a los viejos tiempos, éstos se ocupan de destejer la tramposa normalidad de los Tempio, que lloran la muerte de Johnny como si fueran una familia convencional. Y a medida que avanza, el pasado (y la certeza de que estos gángsters también cultivan el arte de la venganza) abona la sensación de que el velatorio no es más que la tensa calma previa a una nueva tormenta, todavía más difícil de capear. En “El funeral” el tiempo importante es el tiempo cerebral, en la cabeza del muerto, la onda expansiva de un funeral que descompone la estructura temporal del pasado-presente-futuro. “La gente como tú no tiene respeto a la vida.” Es otra conclusión de Ray (Christopher Walken).
Ray carga con buena parte de la trama sobre sus espaldas. Su conflicto es esencialmente interno, y muchas veces lo verbaliza, como cuando desgrana frente a una pobre víctima los "principios" que lo impulsan a gatillar. Esas palabras convierten al personaje de Walken (alter ego de Ferrara, junto con Harvey Keitel) en un fascinante analista de la psicología de los gángsters, y de su propio rol, sin conspirar un ápice contra su convicción dramática.
El hartazgo de las mujeres (algo que expresa Sciorra cuando festeja la muerte de Johnny frente a su novia, porque "así no serás la triste esposa de un mafioso") y el descontrol de Chez, que sublima brutalmente las pasiones reprimidas por sus hermanos, completan los movimientos de El funeral, film negro si los hay, especie de sinfonía sórdida acerca de la enorme dificultad de sacarse de encima un pesado mandato socio-familiar. Sin embargo, al descubrirse el verdadero asesino, nos lleva a examinar la carga de los lazos familiares, qué constituye justicia, y hasta dónde puede terminar el legado del mal tras generaciones de violencia.
Frente al esquema clásico, siempre centrado en las guerras entre familias o clanes rivales, El funeral ofrece la historia de una familia. La de los tres hermanos Tempio y sus aparentes dóciles esposas, encabezadas por Annabella Sciorra. Sin prisa ni pausa, el devenir de la trama se encargará de desarmar estos y otros falsos indicios.
Todas son apariencias en El funeral, hasta que la muerte las desmiente. Allí radica buena parte de la incomodidad. En el velatorio de Johnny está el tiempo presente, que se adueña por largo rato –acaso excesivamente– de la historia, al punto que surge la sensación de que ningún evento contante y sonante la sacará de allí. Los flash-backs, luego, irán pintando a cada uno de los hermanos: al muerto, como un hampón sui generis, simpatizante del socialismo, asistiendo a unos mitines del partido comunista que lo dejan sumido en una solidaridad abombada y perpleja. A Chez como un gángster brutal, irracional y tosco, cómodo propietario de un bar en el que confluyen graneados representantes de la pesada del barrio (uno de ellos fantásticamente encarnado por Benicio del Toro). A Ray como el capitán de una empresa fraternal ligada con las mafias sindicales, cosa que choca con las incipientes convicciones de su hermano menor. Pero este mismo Ray da órdenes terribles a los suyos y en un momento dado cuando piensa que el asesinato es Gaspare declara a sus secuaces: “Mata a Gaspare. Ya sabes, en el jardín de su casa, delante de sus hijos y de su mujer.”
La música es de Joe Delia es magistral. Empieza con una canción de Billie Hollyday que para nada te remite a la tragedia, el resto sencillamente genial especialmente los bailes de los 30 y la canción interpretada por Chez en su bar. La buena música se hace acompañar de la lograda fotografía de Ken Kelsch, que da unos toques metálicos y un color frío, tenebroso y grisáceo a toda la película. La producción estuvo a cargo de Mary Kane, mientras que la Edición es obra de Mayin Lo, Jim Mol y Bill Pankow. La escenografía sobria e imponente de Charles Lagola, impecable en la estética de los años 30 y con esos trajes de 3000 dólares como el de Gaspare o los vestidos de ellas. La duración la justa, 99 minutos. Fue distribuida por Octuber Films.
Los secundarios soberbios acompañan a los hermanos Tempio Sali ( John Ventimiglia) Ghouly (Paul Hipp), Michael Stein ( David Patrick Kelly), Bacco (Frank John Hughes) , Julious (Victor Argo) o Paul Perri como el Joven Ray.
La película es cruda, repulsiva, indigesta. Los mafiosos son lo que son; seres deplorables, volubles y monocordes. No hay nada de romántico en ellos. Habitan un mundo estrecho, por opresivo, y son personajes extremos, que viven un desenlace constante, de tensión, de metáfora apocalíptica.
La cinta recoge esa imponente intensidad emocional. Tan buena es la caracterización de los actores como la recreación de las pocas horas en que tiene lugar la acción, así como la conducción de la historia, con pulso, e incluso con intriga, hacia un final que realza la metáfora y quizá resbala un poco por ser demasiado redondo.
Las subtramas son variadas. El sindicalismo, el comunismo, la esquizofrenia, la política, la religión y la familia como parte del sentimiento que abarca cada uno y los problemas matrimoniales. El final es meramente anecdótico por muy impactante que resulte.
El error al ver esta película es verla esperando ver otra película de gángster repleta de tiroteos. En “The funeral” el mundo de la mafia sólo está como telón de fondo y apenas hay tiros, no es el motor principal de la película. Por lo que se ve, parece que lo que Ferrara pretende es ver como vivirían una situación realmente dramática los miembros de un clan mafioso, desarrollar la tensión dramática y como asumen la situación. Por eso matan al hermano menor y le dan una personalidad carismática, que, por cierto, ha sido interpretada con bastante solvencia por parte de Vincent Gallo.
Los momentos cumbre de esta película son dramáticos, no violentos. Como toda película de Abel Ferrara es una película adulta, sobria, que aunque haya escenas de desenfreno, pero si unas grandes interpretaciones por parte de sus protagonistas, una narración inteligente por parte de Ferrera, aunque sin demasiados adornos y por supuesto unos excelentes diálogos, como siempre es habitual en los guiones de Nicolas St. John.
Tanto Christopher Walken, como Benicio del Toro o Annabella Sciorra hacen unas actuaciones de calidad, ponen la sal en la película, pero de todo el reparto me quedaría con el hermano de Sean Penn, con Chris Penn. Ya lo vimos despuntar en Reservoir Dogs y aquí vuelve a hacer una interpretación sublime. Es admirable como plasma el trastorno mental de su personaje, como es capaz de pasar de una situación normal a la histeria esquizofrénica en un solo instante y resultar creíble. No era el mejor papel, pero se ha ganado una mención aparte.
Un funeral es una situación límite a la que se somete toda la familia por la pérdida de un ser querido y bajo este nefasto escenario se rueda toda una trama de color gris oscuro tirando a negro, con unas actuaciones de lujo, nunca tres hermanos miraron a la cámara de ese modo, a cual mejor, para reflejar la tensión y el odio que existe en sus rostros antes y después de la muerte del Johnny es el idealista hermano menor, el intelectual, el romántico, el cinéfilo, el que realmente está implicado en el tiempo que le ha tocado vivir, el verdadero "santo", (y no hay más que ver el primer plano de Vincent Gallo después de tirotearle desde el coche) está metido en un ataud cuando empieza la película, por lo tanto no hay esperanza ni para la familia ni para sus enemigos.
Una cinta explícita, con un contenido religioso imponente, serio, unos diálogos a la altura de las grandes, ha conseguido partir de una historia simple y llegar a una película por encima de la media de lo que suele dar el género desde hace tiempo, basada en el "yo" de cada hermano, su estupidez, codicia y orgullo.
"El funeral", una cinta en su justa medida: un metraje preciso, sin un solo minuto de más, técnicamente muy sobria y con una banda sonora espectacular. Para darse cuenta de esto último, ver la primera secuencia, cuando el féretro es descargado del coche fúnebre y llevado hasta dentro de la casa. Vaya cadencia, unos planos que realmente no tienen nada de extraordinario porque forman parte de la más pura cotidianeidad de aquellos años, y la dimensión extraordinaria en que los hace entrar esa canción, hasta que la música se mezcla con los gritos de dolor de la madre y las mujeres italianas, de luto y negro perfecto.
El argumento es complejo dentro de su sencillez: tres hermanos dentro del traidor circuito de la mafia. Cada uno con un carácter diferente del otro, y por tanto con una actitud distinta ante lo que ocurre en su vida. La muerte de uno de los tres desencadena los recuerdos, los vistazos hacia atrás, y la reacción de cada uno a lo sucedido. Verdaderamente es la muerte lo único seguro de esta historia.
Algo que no se acostumbra a ver en las películas de este estilo es la figura de la mujer. Brillante dentro de su resignación enlutada todo el elenco femenino. Representan las mujeres un reducto de verdad, sabiduría y santidad en un mar de impotencia infinita. Así queda reflejada la imagen de la típica familia (mafiosa) italoamericana donde se enfrenta el mundo de los valores familiares basados en un catolicismo profundo, con las mujeres supeditadas al hombre y resignadas a su papel en casa, y el mundo salvaje de puertas para fuera, el mundo de la jerarquía, el dinero y la muerte, el mundo de los Temple.
Ni un respiro nos da Abel Ferrara en el metraje. Al contrario, su cámara nos guía por senderos intimistas y cotidianos hasta los rincones más oscuros de la mente. Y todo cargado con un halo religioso-sagrado que culmina en la redentora escena final.
La historia es simple y es triste, como lo son todas las historias relacionadas con la violencia y la venganza. Ferrarra no ha inventado nada en este film, pero logra que no resulte aburrida en ningún momento.
Las actuaciones, fundamentalmente las de Chris Penn, Annabella Sciorra e Isabella Rossellini, son sólidas y por momentos excelentes. Además, la trama no está centrada en los negocios mafiosos, como en "El padrino", sino más bien en el dolor, en el sentimiento irreparable de la pérdida, en la incapacidad de sobrellevar la angustia de la muerte de un familiar. El final, muy intenso, y muy bien actuado, es terrible, trágico y deja una amarga sensación de impotencia; no hay lugar para la esperanza en este film, tal como muchas veces sucede en la vida real.
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