Las Hurdes, tierra sin pan es una película documental de 32 minutos (27 minutos en otras versiones), dirigida por el cineasta aragonés Luis Buñuel y rodada entre el 23 de abril y el 22 de mayo de 1932. Participaron como ayudantes de dirección el francés Pierre Unik, así como Rafael Sánchez Ventura.
La fotografía impactante en su momento, fue obra de Eli Lotar mientras que el montaje fue del propio cineasta de Calanda.
La película era originalmente muda, en 1935 obtuvo dinero de la embajada de España en París para sonorizar la película (narrada en francés por Abel Jacquin una voz en off, aunque la versión que he visto pertenece a la Filmoteca Española y la voz del comentarista corresponde con Paco Rabal), de la misma manera que al final en esta misma versión se presenta un texto sobre la organización de campesinos y obreros para hacer frente a los militares rebeldes. Como ayudantes de sonido aunque añadido están Charles Goldblatt y Pierre Braunberger. Para completar la sonorización se añaden fragmentos de la sinfonía nº 4 de Johannes Brahms, especialmente audibles al inicio del documental. Se basa en un guión de Luis Buñuel, Pierre Unik y el afortunado Julio Acín, quien participa en la producción al haberle tocado, según se cuenta, una de los premios en la lotería nacional, cumpliendo así una promesa de este anarquista con Buñuel. Es decir, la película nace del za. Todo por un premio.
Este documental surge como respuesta a otro previo. Luis Buñuel, once años después del documental de Arnaldo Pou “Las Hurdes, país de leyenda”, que cubre una visita a la región extremeña del rey Alfonso XIII para demostrar su preocupación y así ganar popularidad, realizó este documental para demostrar que la situación era la misma de entonces, la de una región sumida en la más profunda miseria, y sin ningún tipo de ayuda gubernamental.
Tal es la desdicha que se refleja en este documental, que fue prohibido por el Gobierno de la República y no fue estrenado hasta 1937 en París, cuando, como hemos señalado anteriormente, Buñuel recibió el encargo, por parte del Ministerio de Propaganda de la República, de producir películas de apoyo a la causa republicana, destinadas sobre todo a franceses y británicos. A este fin, Buñuel rescató su antiguo documental de 1932 y lo sonorizó. Además incluyó unas letras explicativas al final. Es ésta la versión que analizamos.
Este crudo documental sobre la situación de atraso en que permanecían Las Hurdes está basado en un monumental estudio de antropología humana realizado por el francés Maurice Legendre, quien había estudiado Las Hurdes durante casi veinte años, titulado Las Jurdes : étude de géographie humaine (1927), que por esos años leyó el cineasta.
Con esta película Buñuel da un giro a su obra, alejándose del surrealismo ortodoxo para acercarse a propuestas más sociales y al comunismo. Pero el surrealismo (que en francés es literalmente «super-realismo») siempre aspiró a reflejar la realidad en sus distintas facetas y nunca a darle la espalda. Tanto la «Santa Objetividad», que por entonces preconizaba Dalí, como su «método paranoico-crítico», partían de la realidad para encontrar los elementos nunca vistos convencionalmente para constituir nuevas facetas del surrealismo, que no en vano, era un movimiento de rebeldía contra la sociedad burguesa en todos sus aspectos y que tenía como arma principal el escándalo.
Buena parte de estos objetivos se cumplen en esta cinta de Buñuel, pues consiguió escandalizar a los gobernantes e intelectuales de su tiempo y con ello obtuvo una repercusión que permitió difundir el mensaje social y de denuncia que tenía este documental producido por el intelectual anarquista Ramón Acín . La belleza terrible y amarga de las imágenes de Las Hurdes (el burro devorado por avispas, el entierro del niño en su ataúd blanco cruzando matorrales y un río) encierra tanto surrealismo como los fragmentos documentales de La Edad de Oro. Además, Buñuel utiliza metáforas de la muerte (calaveras, gallos, buitres) para potenciar unas imágenes ya de por sí desoladoras.
En este documental se realiza un recorrido por la comarca y los habitantes de Las Hurdes. La película refleja la situación tercermundista en que se encontraban algunas zonas de España. Es polémica la legitimidad de la cinta como documental antropológico, pues Buñuel, además de rodar los habitantes y las costumbres de esta comarca extremeña, construyó en ocasiones (como muestran fotos fijas del rodaje que se conservan) escenas a la medida de sus necesidades. Puede observarse, en este sentido, que la cabra despeñada fue abatida por una escopeta cuyo humo se observa en la fotografía. Asimismo, el burro comido por las abejas, tiene las patas atadas, y coincide con uno de los motivos más obsesivos para el cineasta, el del carnuz, que ya aparecía en el ambiente de la Residencia de Estudiantes, y se puede documentar en varios cuadros de Dalí de esa época y en los burros podridos encima de los pianos de Un perro andaluz. Algunos documentalistas, como Pío Caro Baroja le han reprochado esta manipulación de la realidad y el daño ocasionado a los hurdanos, protagonistas de una exhibición truculenta. Empero, hay que pensar en si hay algún documental que no seleccione y manipule en mayor o menor medida – pensemos en el programa de cuatro “Callejeros”, por ejemplo - la realidad objetiva en dirección a los fines perseguidos, que en este caso (no lo olvidemos) eran denunciar ante las autoridades una situación de atraso a la que había que poner remedio, en la línea de los valores comunistas a los que el grupo de André Bretón se había ido acercando en la década de los 30. Cabe preguntarse si hubiera sido tan efectivo como testimonio social de no haber procedido a exagerar unas carencias que, lejos de arremeter contra el pueblo hurdano, ponían en evidencia la dejadez institucional que las habían permitido.
De todos modos pocos han discutido su extraordinaria calidad cinematográfica, pues ha sido elogiada por grandes documentalistas como Joris Ivens, Joseph Losey y Robert Flaherty. Carlos Saura la tuvo como punto de partida para su documental Cuenca, a raíz del cual declararía en 1958: “En el año 1932, cuando Luis Buñuel realizó Tierra sin pan, pudo nacer una genuina escuela del documental, entroncada con las raíces más profundas del temperamento hispánico. Solo se debía seguir el camino que Luis Buñuel nos dejó, pero nadie lo hizo”.
Al estreno del filme, realizado en el Palacio de la Prensa de Madrid, acudió el doctor Gregorio Marañón – responsable de la mejora de esa comarca- , que se indignó por lo desagradable de la película, y protestó enérgicamente contra ella, opinión que recibió y compartió el Gobierno de la Segunda República, que decidió prohibirla por la mala imagen que ella podía ofrecer de España, en concreto de la negligente actuación en la comarca de la Segunda República. En 1937 el filme se estrenó en Francia donde, también a los pocos días de su proyección, hubo de ser retirada a instancias del gobierno francés y de la prensa.
Es curioso observar que casi veinte años después ocurrió algo parecido con la película que retrataba los barrios más deprimidos de Ciudad de México, Los olvidados cuyo estreno en México provocó reacciones violentísimas, y fue solicitada la expulsión de Buñuel por parte de la prensa, sindicatos y otras asociaciones. Permaneció solo cuatro días en cartel sin que faltaran intentos de agresión física contra el cineasta, solo que en esta ocasión, el premio conseguido en el Festival de Cannes, hizo que la película fuera avalada por el prestigio de este importante certamen, así como por la defensa que de ella hicieron algunos intelectuales mexicanos, entre los que destacó Octavio Paz .
El documental se inicia con una introducción en dónde se nos explica el origen del retraso y el abandono de la comarca. Se resalta que la primera carretera se traza en 1922 y de cómo a pesar de estar cerca de Salamanca, se vive en la comarca como en el Paleolítico. El viaje se inicia en La Alberca ciudad al norte de la comarca cacereña dominada por la iglesia y sus blasones en las portadas. El día que muestran es festivo: la fiesta de los recién casados durante el año. Consiste en una prueba para descabezar seis gallos. Posteriormente invitan los casados a vino y obleas. Según el comentarista, a las 7 abandonan el pueblo que presenta a su población embriaga de vino y la brutalidad, visible en los niños y sus amuletos.
Llegan a las Hurdes, comarca áspera y montañosa al norte de Cáceres. Son 52 aldeas con 8.000 habitantes. El recorrido de entrada se realiza por el abandonado monasterio de Santiago de las Batuecas y sus ermitas cercanas. Se muestran en el abandonado lugar sapos y víboras. Más tarde se pasa al primer pueblo Aceitunilla.
Se resalta la nula canalización de agua, pues niños y animales beben del arroyo, lo famélicos que se encuentran , la miseria moral y física y el aprendizaje en la escuela con la máxima escrita en la pizarra: “Respetad los bienes ajenos”.
Pasando al segundo núcleo se ven un caparazón de tejados y a los habitantes hurdanos.
Nos informan que gran parte de ellos están enfermos de fiebres, bocio y disentería, centrándose en una mujer de algo más de treinta años.
Nos habla el documental de su alimentación escasa, y que es a base de patatas y judías. La carne de algún cerdo de los pudientes y de las cabras que se despeña.
La principal ganadería es la apicultura que beneficia a los de La Alberca y nos presentan la historia de un burro que es atacado por un enjambre tras un accidente. También se ve inicia la emigración en busca de jornales, o el trabajo para conseguir tierras de labor, o abonos. De las inclemencias se ve el estiaje del río en verano, y la enfermedad del paludismo. Igualmente llamativo es la relación entre hambre enanismo y cretinismo, así como su peligrosidad. El incesto y la consanguinidad son origen del abundante cretinismo. Varios enanos adultos recuerdan a los velazqueños. La muerte de un niño es presentado como la tragedia de una comarca sin pan.
La Dirección de la Semana Internacional del Film de Mannheim (Alemania) organizó en 1964 un referéndum para que los críticos e historiadores señalasen los 12 mejores documentales de la Historia, estando éste de Las Hurdes entre los incluidos, juntos con otros grandes de Robert J. Flaherty, Resnai o Eisenstain.
Tengo que añadir que aparte de las exageraciones o comentarios subjetivos que se vierten en el documental, sí se puede afirmar que para el año 1932 esta comarca del norte de Cáceres se encontraba en una situación cercana a la vista. Reconocer igualmente que, al menos, el duro modo de vida que vemos en la obra de Buñuel no era exclusiva de las Hurdes, sino bastante generalizada en muchos rincones de la geografía española.
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