lunes, 30 de enero de 2012

Secretos y mentiras


Hace mucho tiempo vi la película británica “Secretos y mentiras” (1996). La noche pasada volví a cometer el mismo acierto y recuperé esta película de Mike Leigh y protagonizada por Brenda Blethyn y Marianne Jean-Baptiste. 
La acción tiene lugar en Londres en 1995/96, a lo largo de algo más de 2 meses (junio/agosto). Cuenta la historia de Hortense Cumberbatch (Marianne Jean-Baptiste), mujer negra que vive en Londres que al morir sus padres adoptivos. Con la ayuda de una empresa especializada, obtiene la documentación de su nacimiento. A partir de la información que contiene intenta localizar a su madre, Cyntia Purley (Brenda Blethyn), y contacta con ella. Cynthia Rose Purley, es una mujer blanca de la clase obrera, la cual la dio en adopción nada más nacer. 
La película se inicia con una escena de un matrimonio cualquiera, los Purley. Una pareja como tantas, con un problema, la ausencia de hijos en el matrimonio, así como una relación con la familia contrariada, sobre todo por parte de ella. Él, Maurice, es un fotógrafo con estudio propio que también es contratado para reportajes fotográficos de bodas y otros acontecimientos. Tiene una hermana, Cynthia, a la que no ve desde hace unos meses. Es una madre soltera y está algo neurótica. A esto se le suma una díscola hija, Roxanne, que va a cumplir veintiún años. Pese a que la familia está distanciada, Maurice y su esposa Mónica deciden organizar una fiesta de cumpleaños para el 21 aniversario de Roxanne, no muy esperanzados de que ésta se digne asistir. 

Las escenas nos van trasladando por los episodios corrientes de la rutina de estas personas. Pasamos por la algo deteriorada casa (desesperadamente carente de orden y de arreglos) de Cynthia, una mujer que con un presente gris de trabajo en una fábrica de cartones, y Roxanne, respirando la tensión, la incomunicación y el desencuentro entre madre e hija. Vamos captando pedazos del pasado, de los golpes de la vida y de las circunstancias que hicieron que Cynthia se encontrase con demasiadas responsabilidades a temprana edad para las que no estaba preparada. A pesar de todo la madre siente que lo ha hecho lo mejor que ha podido… Y se siente desgraciada. Siente que ha perdido su juventud… Y esconde secretos ante los que cerró los ojos y que no se atreve a afrontar. 
Por otro lado, aparece Hortense durante el entierro de su madre, una joven cuyos padres han muerto, y que guarda una historia que ha pesado en su interior durante muchos años: la de su adopción por parte de otra familia… Y a la que ya está preparada para hacer frente. Hortense da el paso. 

El secreto va a salir a la luz poco a poco, haciendo trizas el débil equilibrio tras el que permanecía oculto… 
Leigh expone, a través de las excelentes actuaciones de todos los protagonistas, un drama familiar que encubre intensos dolores nunca acallados, actos pasados imprudentes y desesperados, decisiones devastadoras, pérdidas y reencuentros, distancias y aproximaciones entre parientes que se quieren por encima de todo pero que tienen demasiadas heridas que rumiar. Y también es el drama de una persona que busca sus raíces extraviadas. 
Magistral final con el hermano (Timothy Spall), poniendo a cada uno en su sitio. Con una nuera, que se derrumba después de, orgullosamente, envidiar a su suegra. Con la ayudante de Maurice, tímidamente al fondo, sin abrir la boca (enfocada en varias ocasiones); pero que en el momento oportuno, dice algo, y ese algo, enternece más todavía al bueno de Maurice. 

El largometraje se estrenó en el Festival de Cannes de 1996, donde ganó la Palma de Oro y Brenda Blethyn recibió el premio a la mejor interpretación femenina. Aunque según los créditos Leigh escribió el guion, la mayor parte de las actuaciones fueron en realidad improvisadas: Leigh orientó a cada uno de los actores sobre sus papeles, y los dejó crear sus propias líneas. 
Secretos y mentiras fue filmado en parte en Whitehouse Way, Southgate, Londres. La escena emocional en la mesa, en la cual Cynthia descubre que ella es de hecho madre de Hortense, fue filmada en una sola toma ininterrumpida de casi 8 minutos. 
En el año 1996 consiguió múltiples premios. Destacan las 5 nominaciones al Oscar: Película, actriz, actriz secundaria, director, guión original; el premio del Globo de Oro a la mejor actriz drama (Brenda Blethyn). Las 3 nominaciones del Festival de Cannes: Palma de oro, actriz (Brenda Blethyn), Jurado Ecuménico. Los 3 premios BAFTA, incluyendo guión, actriz (Brenda Blethyn), tras 7 nominaciones. Los Premios Goya a la Mejor película europea o el Premio Cesar con su nominación a la mejor película extranjera. 

Carlos Boyero la llegó a calificar como “Magistral. Maravillosa, tierna y humorística” o Antonio Albert en Cinemanía como “Soberbia”. 

Se trata de un film independiente, escrito y dirigido por Mike Leigh ("El secreto de Vera Drake", 2004). Se rodó en Londres y alrededores y en estudio, con un presupuesto de 4 millones de dólares y que se estrenó el 25-X-1996. 
La película se sumerge en la vida cotidiana de una familia inglesa de clase baja, disfuncional, con problemas de comunicación, enemistades y aversiones basadas en prejuicios, malentendidos, secretos y mentiras. La matriarca, Cynthia, empleada manual de una fábrica de manipulados de cartón, es una madre soltera, que dio a luz a su hija Roxanne hace 21 años. Ambas viven en la misma casa, pero su convivencia es difícil a causa de diferencias de caracteres: Roxanne, barrendera municipal, es adusta y poco comunicativa, mientras Cynthia es melosa y cariñosa. Maurice, hermano de Cynthia, regenta un estudio fotográfico y está casado con Mónica (Phyllis Logan), que no se lleva bien con Cynthia y con Roxanne. La irrupción de Hortensia en la familia, llena el alma de Cynthia del cariño que necesitaba y da nuevo sentido a su vida. Maurice, un buenazo de gran corazón, sufre porque las tres personas que más ama, su esposa, su hermana y su sobrina, se llevan de mal traer. 
La narración del director destaca por su sobriedad, austeridad y naturalidad. Traslada a la cinta un retrato emotivo y sincero de las frustraciones de personas modestas y normales, tomadas de la realidad cotidiana.
La música, de cuerdas (harpa, violoncello y contrabajo) y viento, subraya con potentes solos de contrabajo la soledad de los personajes y con composiciones de aire festivo, los momentos de satisfacción. La fotografía busca encuadres próximos y medios y usa una gama de colores corrientes, con claro predominio de los blancos (vestido y coche de la novia, visillos, sillas de la terraza, paredes, etc.). 
El guión desarrolla un argumento muy sencillo, que crea situaciones emotivas, en ocasiones desgarradoras, sin concesiones al sentimentalismo y con fino humor. 
De entre las interpretaciones destacan las de Marianne Jean-Baptiste (Hortense) es rica y flexible, poderosa, muy dominadora de los matices de su capital personaje; la de Timothy Spall, sentida, dota a Maurice de una grandiosa bondad; y la de Brenda Blethyn (Cynthia), intensiva, acusa baches histriónicos, por lanzarse a un patetismo que quiere apretar el nudo más de lo conveniente. También aparece la de Claire Rushbrook (Roxanne) es caricaturesca la mayor parte del tiempo. 
La dirección busca la naturalidad y espontaneidad ocultando a los actores los secretos del relato hasta el momento de su filmación. La película se enmarca en la corriente del cine social inglés. Exalta la riqueza de la vida y el valor de las personas. Está considerada la mejor obra del realizador. 
Realmente no hay palabras para describir la intensidad emocional de esta película. Creo que en ninguna otra película he derramado tantas lágrimas. Y todo ello, sin más armas que una buena historia transitada por unos personajes entrañables. Unos personajes, que como casi todos nosotros, viven escondiendo unas profundas heridas, cuyo último destino -no podría ser de otra manera- es remontar el pozo de la vergüenza y la culpa, y finalmente salir a la luz. Es en esta exteriorización donde se encuentra la llave de la curación. Y a la postre, también del perdón. 
Nos encontramos con la foto de una familia al completo. El fotógrafo emplea una iluminación y un escenario artificiales. Hay maquillaje, y las expresiones de los fotografiados tampoco son verdaderas, son más bien forzadas, llegando algunas a la caricatura. Se busca el efecto en detrimento de lo verosímil. Y, a pesar de todo, la foto conmueve. 
El ritmo de la película es ejemplar, la fotografía exquisita, los momentos de humor (especialmente las sesiones fotográficas) están perfectamente insertadas como amenos paréntesis. El guión, obra también de Mike Leigh, es tan maravilloso como funcional. En realidad es lo de menos. Me he encariñado tanto con los personajes (especialmente con la inconmensurable Brenda Blethyn) que me hubiera dado exactamente igual lo que hubiesen dicho o hecho.

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